Carlos Gorostiza se llevó un pedazo del teatro argentino
El dramaturgo argentino, fundador del teatro independiente y referente del nuevo realismo, falleció ayer a los 96 años. Fue una figura central de Teatro Abierto en 1981 y de la cultura nacional en el regreso de la democracia con Raúl Alfonsín.
“En mi casa no había libros, éramos muy pobres. Iba una vez por semana a leer en la biblioteca infantil de maestros del Ministerio de Educación, era una necesidad que tenía. Si hubiese nacido en un hogar pudiente con un piano, hubiese sido músico, pero con un lapicito y un papel uno tiene solucionado el problema de su imaginación y uno escribe”.
Esa imaginación fértil y la palabra justa fueron las herramientas que distinguieron a Carlos Gorostiza. El dramaturgo, novelista y poeta, referente clave del teatro nacional y uno de sus autores más representados dentro y fuera del país, falleció ayer a los 96 años y se llevó un gran pedazo de la historia artística argentina. Sus restos son velados en el hall de entrada del Teatro Nacional Cervantes, el mismo edificio donde se estrenaron algunas de sus piezas más reconocidas (como “El juicio”, en 1954 y con dirección de Armando Discépolo, y “El pan de la locura”, en 1958) y donde hace pocos días iba a ser homenajeado, acto que se suspendió por sus problemas de salud. La actriz Georgina Barbarossa lo despidió en las redes sociales con la frase: “el teatro de luto y el cielo de fiesta”.
Fundador del movimiento teatral independiente argentino en La Máscara (en 1949, cuando escribió y dirigió “El puente” con sólo 29 años) y hermano mayor de la actriz Analía Gadé, con su deceso se pierde una de las voces más trascendentes de una generación autoral enrolada en el nuevo realismo y con un fuerte compromiso social con los sectores más desprotegidos. Contemporáneo de Juan Carlos Gené, Osvaldo Dragún, Eduardo Pavlovsky, Griselda Gambaro, Ricardo Halac y Roberto Cossa, nunca dejó de crear escenas y personajes: su última obra fue “Distracciones”, estrenada el año pasado.
Descendiente de vascos, su intervención fue decisiva para que en 1981 tuviese lugar Teatro Abierto, la principal resistencia artística a la dictadura militar, en la que se estrenaron 21 obras breves de otros tantos dramaturgos, muchos de ellos censurados en ese momento. Su aporte autoral fue con “El acompañamiento”, pero más importante fue su presencia: “vivíamos en un país cerrado, y teníamos necesidad de encontrarnos, conversarnos y mirarnos, porque nos estaban separando y rompiendo en pedacitos; la única manera de sobrevivir era estar juntos”.
Esa idea del hacer colectivo, de la solidaridad activa y de la protección al más débil marcó su vida, y fue el germen de sus principales textos: aparte de los mencionados y entre muchos otros, las obras teatrales frecuentemente representadas “El prójimo”, “Los hermanos queridos”, “Hay que apagar el fuego”, “Aeroplanos”, “El lugar”, “El patio de atrás” y “¿A qué jugamos?”; las novelas “Los cuartos oscuros”, “Cuerpos presentes”, “El basural”, “La buena gente” y “La tierra inquieta”; los cuentos “Cuerpos presentes”, y los poemas juveniles “De guerras y de amores (1940-1945)”, editados recientemente. Incurrió también en la docencia y en el guionaje de programas de televisión y en cine.
Uno de los últimos homenajes de los muchos que recibió fue en la Fiesta Nacional del Teatro, realizada en Salta en 2015, al que no pudo asistir pero envió un emotivo video. “Más que un agradecimiento, es un recuerdo vivo de un hecho vivo”, dijo entonces, entre otras frases que se recuerdan en esta nota. Ese reconocimiento fue especial, ya que el festival existe gracias a su decisión: fue su promotor en 1985, cuando era Secretario de Cultura del presidente Raúl Alfonsín. Un año más tarde “Goro”, como le decían, dejó la función pública y volvió a las letras y a las tablas, sin perder su vínculo con el mandatario radical.
“Si el hombre pierde la imaginación es una forma de suicidio, porque la imaginación es lo que alimenta el acto humano”, aseguró Gorostiza en su video de 2015. Su vida fue producto de la imaginación de un hombre consecuente que luchó por y para la dignidad de todos, lo que le garantiza el recuerdo eterno.
La despedida de los teatristas tucumanos
Virtud de escritor
Hay un silencio de letras. Se fue uno de los autores argentinos que más me atrajo por su prolijidad, por sus temáticas, por su capacidad de decir las cosas de otro modo y, por sobre todas las cosas, por su lealtad a la escritura, la que lo llevó a continuar en actividad hasta el final. Esa es, entre todas sus virtudes, la que hoy más celebro: la de partir con la pluma en la mano. Ejemplo no menor para quien decide llamarse escritor.
Guillermo Montilla (autor)
Energía creativa
Lo vi el año pasado en el teatro Cervantes, cuando habló de sus comienzos en el teatro, repasó su carrera y mostró su entusiasmo de estar trabajando con adolescentes, lleno de energía acerca del acto creativo. Le agradecí su arte y le conté que en mi comienzo había hecho “El pan de la locura”. “¿Qué te pareció el texto?”, bromeó. Otro grande que se va; felizmente queda su obra y su ejemplar pasión por el trabajo.
Carlos Correa (dramaturgo)
Una obra ejemplar
Los actores tratamos de ser conductores de emociones con la catarsis y el crecimiento de los espectadores. Es un intento a veces esquivo, pero en Carlos Gorostiza fue su logro constante. Su obra nos ha construido, concientizado y modificado en la responsabilidad del hombre por el otro hombre. Deja su marca en el ejemplo dado en severos tiempos de crisis, contagiándonos solidaridad, compasión y compromiso.
Teresita Terraf (actriz)
Deuda del Estable
Es uno de esos autores que siempre van a ser recordados, y al que siempre se deberá volver. Su aporte hizo que la dramaturgia creciera mucho en el país, y el Teatro Estable de Tucumán tiene una deuda con su obra, porque se la hizo poco acá. Carlos Gorostiza integra un colectivo de creadores que no va a morir nunca, porque subsistirá en el imaginario colectivo y cada vez que se haga un texto de él, volverá a la vida.
Fernando Godoy (actor)
Vigencia en el texto
La obra “Sudáfrica”, que estamos presentando, es una adaptación de “El acompañamiento”, porque la idea del texto de Carlos Gorostiza se sigue sosteniendo, todos nos identificamos con los personajes y en todos los tiempos. Habla de la libertad y de que cada uno se anime a cumplir con sus sueños, una temática vigente actualmente y que atraviesa generaciones. La gente se emociona y sale llorando de las funciones.
Flora Illuminato (directora)
Coherente y decente
Se fue un ejemplo de coherencia y de dedicación al teatro independiente, su primer exponente con “El puente”. Durante toda su vida, Carlos Gorostiza fue un hombre de una gran honestidad y decencia, de esos que nos hacen falta. Hizo un importantísimo aporte a la dramaturgia con sus personajes comunes, queribles y cercanos al público. Tuvo un compromiso ético con su trabajo, que lo mantuvo toda su vida.
Carlos Alsina (director)









