“Ni la independencia ni la república hicieron nada por mi pueblo”

“Ni la independencia ni la república hicieron nada por mi pueblo”

El presidente del Tribunal Supremo de Bolivia asiste a los festejos del Bicentenario

09 Julio 2016
Potosí compitió con Londres y con París mientras la plata del Cerro Rico aceitó la fiebre de la colonización. De ese paisaje de la abundancia extraída y del desarrollo que no pudo ser viene Pastor Segundo Mamaní Villca (Ocurí, 1949), primer presidente del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia elegido por el voto popular y primer abogado de origen indígena que ocupa tal dignidad. “Vengo de uno de los lugares más pobres del país”, dice Mamaní Villca luego de almorzar con sus anfitriones en Tucumán. “Vengo a festejar con ustedes la libertad”, añade en un rincón del hotel Sheraton y en presencia de Mario Velázquez, juez de Instrucción y de Menores de Monteros.

Rebeldía

Correlato académico de la preeminencia material y económica de Bolivia en el Imperio Español, la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca fundada en 1624 hizo las veces de faro continental. “Los revolucionarios se educaron allí”, observa la máxima autoridad judicial boliviana. En esta casa de altos estudios confluyeron quienes luego asumirían la condición de próceres de la emancipación y de voceros de las ideas de la Ilustración. Entre ellos, el tucumano Bernardo de Monteagudo. “Nos unen relaciones íntimas de rebeldía”, sentencia el magistrado.

Contraste

Vestido con traje marrón y camisa clara, sin corbata pero con escarapela celeste y blanca, Mamaní Villca acaba de aterrizar en esta ciudad luego de un periplo aéreo que lo obligó a pasar por los dos aeropuertos de Buenos Aires. Tan cercanos en tantos aspectos y tan desconectados: los países sudamericanos llevan siglos sin saber cómo plasmar la integración que declaman. En Tucumán y en la víspera del Bicentenario, el magistrado boliviano equilibra de algún modo los tantos con el invitado principal de la Nación: Juan Carlos I, rey emérito de España.

Cansancio

“Ni la independencia ni la república hicieron nada por el pueblo boliviano a cuya mayoría represento”, expresa Mamaní Villca. Y añade que esa necesidad insatisfecha impulsó el cambio estructural en Bolivia: “cansado del Gobierno de los privilegiados, el pueblo llegó al poder y, en 2009, reformó la Constitución para garantizar que la ley vele por los que siempre habían estado excluidos”.

Soledad

El problema es que la teoría se hace norma más rápido de lo que se hace realidad. Y a Mamaní Villca le preocupa el estado de la Justicia originaria campesina, que goza de la misma jerarquía legal que la Justicia ordinaria (en alguna medida puede ser asimilada a la Justicia de Paz vernácula). Faltan recursos y faltan políticas. “En soledad, el órgano judicial no va a cambiar el sistema de justicia”, admite. Desconoce si todos los países latinoamericanos enfrentan los mismos problemas que su país. “La lucha continúa”, anuncia sin embargo.

Corrupción


La corrupción es un mal endémico incrustado en todos los órganos de poder. Mamaní Villca pronuncia esta definición pausadamente. Dice que corresponde detectar las causas del fenómeno. Y entre las razones advierte que muchos funcionarios públicos no llegan a fin de mes con el sueldo que perciben. “A veces no logran cubrir ni siquiera el alquiler”, precisa. Otra causa de la corrupción es la escasez de jueces. Mamaní Villca comenta que hay siete magistrados cautelares (de primera instancia) en ciudades de 1,5 millones de habitantes. “En esas condiciones, ¿cuándo va a desaparecer la retardación de la Justicia?”, interroga. Y de inmediato vuelve a la corrupción e informa que existe la posibilidad de que sean investigadas las fortunas de todas las autoridades jurisdiccionales y de incorporar cámaras filmadoras en los Tribunales. “Es una propuesta que hemos planteado con mucha pompa, pero por ahora no logramos implantarla”, admite el magistrado, que este jueves se entrevistó con sus pares de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán.

Democracia

Según las palabras de Mamaní Villca, el mecanismo de selección de candidatos al Tribunal Supremo de Justicia por el voto popular puede y debe ser mejorado. “Está prohibido que el aspirante haga propaganda. Sólo la Corte Electoral puede difundir los curriculum de los postulantes”, acota. Esta situación generó resquemores y reclamos en la oposición, que demanda una mejor preselección de profesionales. “Pero el sufragio se mantiene: es una conquista de la democracia”, dice consciente de que este idioma institucional no se habla en Argentina, donde los magistrados son siempre propuestos por el Poder Ejecutivo.

Oportunidad

“Provengo de una comunidad campesina. Jamás había tenido la oportunidad de entrar en la Justicia de la ciudad”, reconoce el dueño de una hoja de vida donde constan, entre otras certificaciones, un título de maestro normalista; una especialización en Alemania; otro título de licenciado en Derecho y una maestría en La Habana (Cuba). Mamaní Villca afirma que sus méritos nunca eran suficientes a los ojos de los sectores tradicionales. “Estaba decidido a jubilarme. Entonces la Constitución de 2009 nos dio la posibilidad de postularnos para la magistratura”, relata.

Expoliación

Antes de la última reforma constitucional promulgada por el presidente Evo Morales, los indígenas no llegaban a sentarse en los sillones del Tribunal Supremo del país. La historia ha cambiado, según Mamaní Villca. El problema es que ciertas transformaciones no llegan a ser vistas por quienes han dedicado su vida a luchar por ellas. El juez menciona el caso del Cerro Rico de Potosí, hoy símbolo de la expoliación y de la explotación abusiva de los recursos naturales: “en justicia, el desarrollo no ha llegado a Potosí. Nos lo recuerda aquel coloso minero”.

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