Un Centenario que invita a la reflexión crítica

Un Centenario que invita a la reflexión crítica

EN ARDUA TAREA. El montaje de la muestra implicó la creación de un trayecto que enfrentará al espectador con un video institucional. gentileza  Museo Timoteo Navarro EN ARDUA TAREA. El montaje de la muestra implicó la creación de un trayecto que enfrentará al espectador con un video institucional. gentileza Museo Timoteo Navarro
16 Mayo 2016

Jorge Figueroa - LA GACETA

Entre lo moderno y lo contemporáneo; con la pintura siempre dominante, y reflejando muy parcialmente las vanguardias artísticas. Pero, además, hay décadas que parecen haber pasado de largo por el Museo Timoteo Navarro; directamente no figuran en su colección; grupos relevantes de este milenio que no existen en su patrimonio, como El Ingenio, La Baulera y Los Pasteles Rojos, algunos de los protagonistas de la escena artística.

El miércoles a las 20.30 (que coincide con el Día Internacional del Museo), se inaugurará la exposición “Transiciones Permanentes. 100 años. Museo Provincial de Bellas Artes”. Con ella, se iniciará la celebración del Centenario de la institución, que se cumple exactamente el 18 de junio.

Por lo tanto, un Centenario bien vale un balance de lo que se posee y de lo que se aspira: el museo se fundó el 18 de junio de 1916 con 89 obras, y hoy tiene 883.

“La muestra está compuesta por una selección de obras de la colección del establecimiento, junto a la de artistas invitados del medio artístico local; se plantea un recorte que intenta dar cuenta de la prolífica y diversa escena artística tucumana de la que el museo ha sido agente activo con su constante presencia y acompañamiento”, se indica en los textos de presentación.

En rigor, el museo fue y es, uno de los agentes activos de esta escena, pero desde su origen mismo está vinculado al otro gran agente, que es la Universidad Nacional de Tucumán, que ha sido determinante para ella.

En construcción

La propuesta parte del “concepto de construcción”, captando hechos y agentes que a lo largo de estos 100 años parecen haber aportado las bases para consolidar a la provincia como representante central de la región en lo que se refiere al desarrollo artístico y cultural; y la incesante relación de la institución con éstos.

La exhibición está organizada en tres núcleos: un sector histórico; otro, de artistas cuyas obras se obtuvieron a través de premios adquisiciones de los salones, titulado “En permanencia”, y un tercero con los invitados, “Proyectarnos”.

En la sala Aurelio Salas, estará ubicado el primer núcleo, mientras que en la central -señalada con tonos bordó-, se instalarán las obras de los premiados, por un lado (a la izquierda de la sala), y la de los invitados, por el otro (a la derecha). En la sala Navarro, a su vez, habrá un dispositivo de interacción con el público por el cual éste podrá votar a sus favoritos.

Pero ya desde el propio ingreso al edificio de 9 de Julio 44, los visitantes se encontrarán con un video institucional.

En esa escena, domina contundentemente la pintura pero no faltan las esculturas, dibujos y fotografías y hasta algún grabado. Las fotos aparecen a medida que la exposición se vuelve más contemporánea.

Núcleo histórico

El Museo saldrá al frente con su patrimonio, integrado por una selección de 41 obras. “Los fumadores”, de Atilio Terragni (recientemente recuperada de la Casa de Gobierno) y la pieza de mármol de Julio Oliva, (de 1908, y una de las más antiguas), pasando por Benjamín Nemirovsky, Lajos Szalay, un boceto escenográfico de Lino Spilimbergo, una xilografía de Pompeyo Audivert y los paisajes de Timoteo Navarro, con sus celebrados “Charcos”, son algunos de los nombres más potentes, a los que deben agregarse Roberto Fernández, Larrinaga, Luis Lobo de la Vega, Juan Carlos Iramain, Juan Bautista Gatti, Dante Cipulli, y una lista, más cercana a nuestros días con Ernesto Dumit, Ezequiel Linares, Enrique Guiot y Aurelio Salas, entre otros.

Los premios

Entre los artistas premiados, se advierte la presencia fuerte de la neofiguración en Luis Debairosmoura, Gerardo Ramos Gucemas, Sergio Tomatis, Eduardo Joaquín, Donato Grima, Roberto Koch; fotografías de Diego Aráoz, Mauricio Asial y Evi Tártari, así como los objetos y esculturas de Enrique Salvatierra, Marcos Figueroa, Eli Cárdenas, Juana Radusky, Pedro Soria y Beatriz Cazzaniga. Y las pinturas de Marcelo Lazarte, Hugo Bellagamba, Martín Guiot y Valeria Maggi.

Hasta aquí llega, con no pocas y notorias ausencias, el patrimonio del Museo. Ausencias que deben sumarse a las que expresamente fueron excluidas por el proyecto curatorial, a cargo de Raquel Zeitune, Cecilia Quinteros Macció y Eugenia Bulacios Zamora. “Las obras de la colección están agrupadas por los hechos que buscamos destacar para demostrar cómo se fue construyendo nuestra institución- colección al lado del medio artístico tucumano, y teniendo en cuenta la incidencia que tuvieron sus autores en toda esta historia de 100 años”, se explica en el guión, precisamente.

Tal vez sea difícil, con este criterio, justificar por qué no se incluyó a un Berni o a un Petorutti: es muy conocido por todos, que el rosarino visitaba asiduamente Las Termas de Río Hondo donde se encontraba, en la década del 50, con el mismo Spilimbergo y otros poetas y pintores tucumanos. En agosto de 1981 (meses antes de su muerte), Berni expone precisamente en esta ciudad, en el Jockey Club. Así que, efectivamente, estaba vinculado al medio y tenía su influencia.

Los invitados

A la exposición, y por sugerencia de los artistas premiados, se agregaron otros 21.

Allí figuran Víctor Quiroga con su oscura y expresiva “Noche de riña”; una extraña fotografía del Banco Nación de Alejandro Gómez Tolosa, en la que se luce con la manipulación de la imagen, y otras de Javier Juárez, Sebastián Rosso, Rosalba Mirabella, Jerónimo Salvatierra, Gabriel Varsanyi y Atilio Orellana.

El color se destaca fuerte en los acrílicos de Pablo Ríos, Rubén Kempa y Damián Caro, así como las notables líneas en el dibujo de Pablo Guiot, o la imagen desenfadada de Leonel Marchesi o el caserío de Ricardo Heredia. Color que contrasta con el minimalismo de Ricardo Fatalini.

La escultura de Guillermo Rodríguez, “Luz de luna” es un pequeño ensamble de madera que referencia al diseño de culturas ancestrales. El arte textil, un bordado sobre indumentaria, también está presente con “Altar blanco”, de Blanca Machuca.

En la lista también se encuentran Enzo Lampasona, Damián Miroli, Guadalupe Crece y Agustín González Goytía, con un delicado acrílico sobre tela de algodón titulado “Portón nocturno”.

Una de estas 21 obras quedará en el Museo, puesto que se ha establecido que a través de un sistema de votación (en la que participa el público), sea adquirida.

El Centenario del Museo no solo debe ser objeto de festejos y celebraciones, sino, igualmente, de una reflexión crítica: sobre su colección (se carece de una política de adquisiciones, por ejemplo), su rol social en una comunidad y de qué modo se acerca a los espectadores, que es lo que marca tendencia en la actualidad.

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