Un disfraz de Chaplin fue su primera excusa y también su vía de escape más eficaz. Susana Romero (foto) era todavía chica cuando se calzaba el traje con que emulaba al gran Carlitos para actuar ante los vecinos y pedirles caramelos a cambio. La diversión infantil anticipaba su vocación y escondía una estrategia: la que usaría para distraer la oposición de sus padres a su intención de convertirse en actriz. Rindió frutos. Romero repitió ese juego durante 64 años -los que tiene de trayectoria-, pero ya con una inmensa variedad de personajes y en grandes escenarios. Ayer, la comunidad tucumana de actores le dio el último adiós con dolor, pero sobre todo con mucha admiración.
En sus primeras puestas, y todavía ante la resistencia de sus padres, recurrió a los seudónimos de Susana del Valle y Susana Frey para poder actuar. Blanqueó su verdadero apellido al cumplir la mayoría de edad, según contó alguna vez a LA GACETA, de modo de prevenir cualquier reproche. La lista de obras en las que participó es extensísima: “Barranca abajo”, dirigida por Ricardo Salim; “El conventillo de la Paloma”, a cargo de Carlos Olivera; “Esperando la carroza”, con la dirección de Rafael Nofal; “La Cenicienta”, bajo las órdenes de Luis Giraud; “Doña Rosita la soltera”, con Olivera; y “Antígona Vélez”, dirigida por Enrique Rima, son apenas algunas de ellas.
Romero integró diversos elencos, como el Estable de la provincia, Nuestro Teatro, Teatro del Centro y también participó en obras del Teatro Universitario. “No tengo preferencias en los personajes, simplemente me tienen que gustar -decía-. Por ejemplo, me encantó hacer a Elena, la novia de ‘El sombrero de paja de Italia’ o a la Turca Sofía de ‘El conventillo de la Paloma’. El teatro me ha dado muchas satisfacciones, amo esta profesión”. Su talento le dio, además, grandes reconocimientos: en 1999, el Instituto Nacional de Teatro le otorgó el premio a la trayectoria por la región NOA y en 2007 recibió el Premio Podestá a la trayectoria, que entrega anualmente la Asociación Argentina de Actores.
“Fue una actriz de altísima talla y de muchísima formación, siempre con papeles muy importantes”, valoró el teatrista Oli Alonso. Una de sus últimas apariciones públicas fue en noviembre pasado, en los premios Artea. Sus restos fueron sepultados ayer en el Cementerio del Norte.