“Palito” explica por qué canta con gesto serio

Por Manuel Rivas - Archivo LA GACETA.

EN SAN JAVIER. Ortega sube las escaleras de la hostería junto con sus hermanos, los mellizos René y Luis, y el cronista de LA GACETA. EN SAN JAVIER. Ortega sube las escaleras de la hostería junto con sus hermanos, los mellizos René y Luis, y el cronista de LA GACETA.
17 Enero 2016
“Es fijación. Cuando salió la nueva ola yo me empecé a distinguir. Todo era locura, sabés, y yo era tan tranquilo. Y empezaron: mirá que serio, mirá que no se ríe. Una vez, en el Canal 11, casi me echan; ‘vos sos nuevo, te tenés que reir’, me decían. Así, sin darme cuenta, empecé a cantar serio como canto. No es ninguna pose”. Así comenzaba la entrevista que Ramón “Palito” Ortega tenía con LA GACETA el dos de enero de 1966. Había llegado de incógnito para pasar las fiestas de fin de año con su familia. La charla, que se desarrolló en “la hostería de San Javier”, se centró en la fama lograda por el cantautor desde que había dejado Tucumán cuando tenía 15 años, en 1956. La “nueva ola” (el término que se acuñó para identificar a los interpretes que aquellos años 60 que fueron influenciados por el rock and roll de Estados Unidos) fue otro de los temas de la conversación. “Palito” (así lo identificó el directivo de la RCA, Ricardo Mejía, porque no le gustaba el seudónimo de “Nery Nelson” con el que lo conoció) también apeló a ello para defender la actitud seria que lo marcó a lo largo de su carrera.

Durante la charla, el artista tuvo dichos polémicos, como los referidos a su poca penetración en el Barrio Norte porteño y la “alta sociedad”. “Lo que pasa es que la gente de Barrio Norte pensaba que la juventud iba a venir a ellos, y no ellos a la juventud. Los hemos ignorado y estoy feliz de que no compren mis discos. Es la minoría y no me interesa”. Luego, fue más allá: “Los Anchorena, los Uriburu Alvear, me han invitado a sus casas para ver qué diablos es Palito Ortega. Yo voy y los mato con lo normal, con la sencillez. La felicidad mía es ser ídolo del pueblo, más de una vez lo he dicho en reuniones de gente de sociedad: me extraña que ahora descubran el ‘fenómeno’. Antes siempre prefirieron discos extranjeros, en vez de apoyar lo nacional”.

En cuanto a su fama de entonces, quien luego sería gobernador de Tucumán (1991-1995) dijo: “mirá, en Santa Fe, mi avión tenía que llegar a las 11 y llegué a las 5 de la tarde. Había 25.000 personas en la calle: yo cantaba desde un balcón. No está bien que yo lo diga, pero hay que tener algo bastante fuerte para arrastrar gente así. Debe haber algo en mí que yo mismo no veo. Los americanos lo llaman ‘ángel’, ‘misterio’, qué sé yo”.

En referencia a sus gustos, Ortega disparó otra polémica: “cuando leo a (Jorge Luis) Borges no siento nada. Es como escuchar a (Astor) Piazzola: músico sensacional, pero me llega más Troilo”. Sus lecturas iban de la mano de Pablo Neruda, del poeta venezolano Eloy Blanco o de César Vallejo. También habló de su amigo, el pintor Carlos Alonso. A la vez, aclaró que no se considera poeta: “Yo soy un tipo que siente la necesidad de decir algo, y lo digo como lo siento”.

Ante el cronista, consideró que algunas de sus obras iban a perdurar en el tiempo y fue así. “Sabor a nada”, “Papeles” o “Lo mismo que usted” son canciones emblemáticas del nacido en Mercedes. “Otras tal vez no, porque uno las hizo en un estado de ánimo especial, como ‘Qué te pasa gaucho’ o ‘Decí porque no querés’”.

El ritmo de vida de Buenos Aires se había incorporado al ser de Ortega y durante el encuentro en la hostería serrana lo expresó así: “En Tucumán me siento desubicado, porque los hombres somos un poco animalitos de costumbre. Yo estoy en una cadena de movimiento, ¿me entendés? A mis amigos de aquí los veo tan quedados… No sé, yo estoy en otro ritmo. Vas a Estados Unidos y ves que en cualquier pueblo hay hasta TV en colores y llegás aquí y ves que no hay luz y te impacta... No es que mis amigos hayan atrasado. Es que yo adelanté”.

En aquella entrevista anunció que se iba a casar con Evangelina Salazar, aunque la boda se dio poco más de un año después en Buenos Aires. De ella dijo: “hay que verla. No es porque yo esté enamorado, pero te aseguro que no tiene contra”.

En el comienzo de la nota recordaba que cuando se iba en busca de su destino lo prevenían. “Llevá pan en la valija, que te vas a morir de hambre”. Apena 10 años más tarde era gracioso recordar aquella frase cuando se montaba en su Mercedes Benz para ir a Córdoba y ya era un ídolo en Argentina y en otros países.

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