
LA MAYOR PORCIÓN. El rol de la mujer ha cambiado. Hasta tal punto que hay casos en que ella gana más que él. NYpost.com

“Hace tres años que gano más que mi marido. Él perdió su trabajo anterior y, después de un año de búsqueda, consiguió otro donde le pagan menos que a mi. Tenemos un hijo de cuatro años y yo soy la que afronta la mayor cantidad de gastos de la casa. Es un desafío, no porque quiera que mi marido cubra, como antes, aquellos gastos, sino porque nuestro presupuesto se achicó y tuvimos que aprender a administrarlo”. Las palabras de María José López, una abogada de 34 años, resumen la situación financiera que viven muchas familias de Tucumán, y de otras provincias del país. Por razones vinculadas con la recesión de la economía, y su impacto en el mercado laboral, muchos hombres perdieron o cambiaron de empleo y sus mujeres se convirtieron en el principal sostén financiero de la familia.
Belén trabaja como abogada en un estudio privado. Su esposo, Miguel Ángel Herrera, de 35 años, es vendedor en un local de ropa masculina. Ambos se casaron en 2010, y un año más tarde nació el pequeño Agustín que, en 2016 empezará el jardín. En el sofá del living, del departamento que alquilan en Barrio Sur, la pareja afirmó que el máximo desafío que afrontaron, cuando Alejandro perdió su trabajo anterior, fue aprender a administrar el dinero disponible, para cumplir con las obligaciones. Además, el matrimonio coincidió en que tuvo que esforzarse para que el nuevo escenario financiero no afectara su relación sentimental.
“Al comienzo fue difícil. Estábamos acostumbrados a tener otro nivel de gastos. A la fuerza, aprendimos a vivir con menos plata. No es que pasemos necesidades, pero tuvimos que recortar gastos frecuentes, como salidas a la noche y compras de comida en deliverys”, recordó Belén.
Por su parte, Alejandro reconoció que no ser más el principal sostén familiar afectó su estado de ánimo. “Al principio me sentía mal porque, en el pasado, yo era el que más ganaba. Me hacía sentir bien ese rol, y no por machismo, sino porque me gustaba darle todo a mi familia”, expresó.
La economista Jessica Lucas, experta en finanzas personales, consideró que un punto de vista frecuente en la sociedad actual indica que el hombre deber ser el principal proveedor. Por esta razón, lo inverso, supone una alteración de ese patrón tan arraigado. “A pesar de intentar evitarlo, inconscientemente, sabemos que quien provee en mayor medida puede asumir cierto poder. Con esto decimos que el dinero es un factor de poder en cualquier relación”, analizó.
En las relaciones humanas no se puede generalizar y cada familia es un mundo. Por esto, los equilibrios de cada grupo pueden ser variables. Sobre este punto, Lucas señaló que, en general, los asuntos monetarios tienen una connotación negativa en las familias. “Hablar de dinero supone la existencia de intenciones ocultas, o la creencia de que quien indaga es materialista. En nuestra cultura, el dinero está relacionado con el poder y tiene cierto aspecto deshumanizante. Pero no es menos cierto que no hablar de esto no provoca complicaciones”, subrayó.
Según la especialista, la clave para que el dinero no sea motivo de discusiones, la pareja debe ejercitar el diálogo. “Hay que hablar sin prejuicios, y tomando en cuenta que uno de los integrantes del matrimonio puede sentirse herido”, recomendó Lucas.
“En una familia, como en un país, se deben planificar los gastos y la manera de solventarlos para evitar discusiones. Así, luego de definir lo que es fundamental, se decide qué gastos afrontará cada uno de los integrantes”, agregó.
La autoestima
En la Argentina, las diferencias de ingresos por género son más notorias en la mujer que en el hombre. Según la fundación holandesa WageIndicator, un hombre promedio gana $ 9.700, mientras que una mujer percibe $ 6.600. Así, la brecha salarial es de $ 3.000, es decir del 30%.
Lucas subrayó que en una relación afectiva, el dinero no debe ser un factor de manipulación por parte del mayor proveedor, porque esto provoca dependencia y un cierto grado de inferioridad. “A largo plazo, puede generar conflictos”, alertó.
“El rol de la mujer ha cambiado. Cada vez ocupa más lugares de decisión. Una mujer autosuficiente puede afectar la autoestima masculina por socavar su lugar de principal proveedor. Por esta razón, la comunicación en la pareja es fundamental”, insistió. Los hijos, en muchos casos, suelen ser el cable a tierra que mantiene la armonía en el hogar y contribuyen a bajar el ego masculino frente a una mujer que gana más. Hoy por tí; mañana por mi...
Belén y Alejandro valoraron la posibilidad de tener un empleo y de aportar, aunque sea en proporciones diferentes, en un contexto de inestabilidad económica y laboral. “El año que viene, Agustín empezará el jardín y tendremos que hacer números. No dejo de buscar un trabajo mejor para retomar, cuanto antes, los proyectos que tenemos como la casa propia. Ese es nuestro sueño”, finalizó Alejandro.
Una cuenta bancaria conjunta ayuda organizar los ingresos
En base a sus perfiles de consumo, las parejas pueden definir un esquema adecuado que les funcione mejor para administrar los recursos familiares. La economista, Jessica Lucas, especialista en finanzas personales, remarca que lo importante es evitar que quien menos gane abuse del que cobre más.
Los porcentajes aportados a los gastos comunes, por cada integrante de la pareja, deben ser definidos de manera conjunta. “No importa quién gane menos; lo importante es que se la pareja defina, claramente, que ambos deben colaborar”, señala Lucas. Para lograr el objetivo, la especialista propone algunas alternativas:
• Un modo de decidir un esquema posible es afrontar los gastos en la proporción que cada uno aporta con los ingresos totales. Si el cónyuge “A” gana el 70% del ingreso global, puede afrontar ese nivel de gastos comunes; si el cónyuge “B” aporta el 30% de los ingresos puede pagar las erogaciones restantes.
• Otro modo de definir un método para administrar los recursos familiares es que a la pareja, luego de pagar los gastos, le quede el mismo ingreso disponible. Esto permite que las partes se sientan en igualdad de condiciones porque tienen el mismo monto de dinero para gastar, para ahorrar y para invertir.
• Una de las mejores recomendaciones para estos casos es constituir una cuenta bancaria conjunta de gastos, en la cual todos los meses cada uno haga su aporte.
• En cualquiera caso es importante mantener la independencia económica de cada integrante de la pareja, mediante cuentas bancarias individuales, además de la conjunta. Esto permitirá tener autonomía y también pensar en los proyectos de la familia.








