06 Mayo 2015
A Solana Aráoz le habían contado anécdotas de robos en las que las víctimas eran amenazadas con pistolas, cuchillos o algún otro elemento cortante, a cambio de carteras o teléfonos celulares. Pero nunca nadie le había advertido que existía otro tipo de arma, que sería con la cual le apuntarían durante un asalto: una jeringa supuestamente infectada con HIV.
La amenaza la dejó petrificada y ni siquiera intentó defenderse. Metió la mano en el bolsillo, sacó su celular y dejó que el delincuente se lo llevara sin intercambiar palabras. “Fue el domingo al mediodía, cuando volvía caminando a mi casa, en la esquina de Rivadavia y España”, relató la joven de 20 años, estudiante de Profesorado de Inglés.
El asaltante, que se movilizaba en una moto negra tipo enduro y a cara descubierta, no le dejó margen de acción. “Se subió con la moto a la vereda y yo quedé contra la pared, no tenía para dónde correr”, recordó Solana.
Entonces el ladrón levantó una jeringa con su mano y la apuntó. “Dame el celular o te inyecto, y yo tengo sida”, le advirtió el motociclista. Aterrorizada, la joven le entregó el teléfono. “No me quedó otra que darle el celular, no tenía a quién pedirle ayuda porque no había nadie en la calle”, dijo la víctima.
A Solana ya la habían asaltado anteriormente, cuando caminaba con su mamá por la esquina de calle Chile y avenida Siria. En aquella oportunidad se le había acercado una motocicleta en la que viajaban dos personas, una de ellas se bajó y apuntó a la joven con un arma. “Ese día no me robaron nada porque no había llevado el celular y no tenían qué sacarme”, contó.
Pero esta vez fue distinta. “Me sorprendí mucho, no es común que te amenacen así, nunca me habían contado de alguna situación como esta. Me parece algo de una persona totalmente enferma hacer una cosa así; es muy feo vivir esa situación”, agregó la joven, que confesó que ahora tiene terror de salir a la calle.
La amenaza la dejó petrificada y ni siquiera intentó defenderse. Metió la mano en el bolsillo, sacó su celular y dejó que el delincuente se lo llevara sin intercambiar palabras. “Fue el domingo al mediodía, cuando volvía caminando a mi casa, en la esquina de Rivadavia y España”, relató la joven de 20 años, estudiante de Profesorado de Inglés.
El asaltante, que se movilizaba en una moto negra tipo enduro y a cara descubierta, no le dejó margen de acción. “Se subió con la moto a la vereda y yo quedé contra la pared, no tenía para dónde correr”, recordó Solana.
Entonces el ladrón levantó una jeringa con su mano y la apuntó. “Dame el celular o te inyecto, y yo tengo sida”, le advirtió el motociclista. Aterrorizada, la joven le entregó el teléfono. “No me quedó otra que darle el celular, no tenía a quién pedirle ayuda porque no había nadie en la calle”, dijo la víctima.
A Solana ya la habían asaltado anteriormente, cuando caminaba con su mamá por la esquina de calle Chile y avenida Siria. En aquella oportunidad se le había acercado una motocicleta en la que viajaban dos personas, una de ellas se bajó y apuntó a la joven con un arma. “Ese día no me robaron nada porque no había llevado el celular y no tenían qué sacarme”, contó.
Pero esta vez fue distinta. “Me sorprendí mucho, no es común que te amenacen así, nunca me habían contado de alguna situación como esta. Me parece algo de una persona totalmente enferma hacer una cosa así; es muy feo vivir esa situación”, agregó la joven, que confesó que ahora tiene terror de salir a la calle.
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