El misterio del arqueólogo de destapó a Tutankamón

Se cumplieron 75 años de la muerte de Howard Carter. La maldición que se volvió leyenda.

LA MOMIA. Carter y uno de sus ayudantes, trabajan sobre el sarcófago que contiene los restos del faraón. archivo LA MOMIA. Carter y uno de sus ayudantes, trabajan sobre el sarcófago que contiene los restos del faraón. archivo
05 Marzo 2014
Una muerte en extrañas circunstancias y una desafortunada cadena de coincidencias son el origen de la más inquietante de las leyendas que se conocen sobre el Egipto antiguo.

En el Cairo, el 4 de noviembre de 1922, el explorador y arqueólogo Howard Carter revisaba sus notas, cuando los gritos de uno de sus ayudantes lo sacaron del letargo. A pocos metros de su estudio improvisado en mitad del desierto apareció un escalón antes sepultado bajo la arena. Éste fue el primer peldaño hacia lo que sería uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la historia del siglo XX: la tumba del faraón niño Tutankamón.

Carter rompió lentamente el sello de entrada a la tumba. Luego, junto a sus ayudantes, abrió la primera puerta y encontró otra puerta al fondo de un corredor. Junto a él estaba su patrocinador, Lord Carnavon, y su hija, Evelyn. En ese segundo muro realizó una pequeña brecha por la parte superior izquierda e introdujo una débil linterna... Sus ojos fueron los primeros en verlo: un tesoro compuesto por más de 5.000 piezas, entre extravagantes camas con forma de animal, diademas adornadas con los símbolos reales, pequeños tronos para un semidiós de tan sólo ocho años o carros ceremoniales con relieves que narraban las hazañas de su dueño. Y sobre todos estos objetos preciosos, un sarcófago hecho con 140 kilos de oro macizo y una máscara funeraria considerada después como una de las obras de arte más bellas de todos los tiempos.

Ayer se cumplieron 75 años de la muerte de Carter por un cáncer linfático. Sin embargo, desde que él lo descubrió, el faraón niño no ha dejado de asombrar al mundo. No solo por el oro y los ricos ajuares, o por los misterios que rodean su muerte prematura -enigmas que la ciencia continúa estudiando con los medios de la medicina nuclear-, sino también porque la apertura de la tumba dio impulso mundial al conocimiento científico de los ritos funerarios del antiguo egipto. Es el más importante hallazgo de la arqueología hasta la fecha. Por su impacto y también porque dio pie a uno de los falsos arquetipos más populares del siglo XX: la maldición de la momia. Una leyenda alimentada por la muerte de Lord Carnavon en 1923.

Un hombre difícil
Pero ¿quién fue en realidad Howard Carter? Era un hombre difícil de vida escurridiza. Su biógrafo T. G. H. James así lo corrobora: sus excavaciones están bien documentadas, pero se sabe realmente poco -casi nada- de su vida privada.

Así las cosas, el descubrimiento estuvo rodeado por el misterio y la tragedia. Días antes de romper el sello de la entrada a las cámaras mortuorias, el canario que hacía compañía al solitario Carter fue devorado por una cobra, el animal que simboliza el poder ultraterreno del faraón Tut. Una vez que Lord Carnarvon llegó a El Cairo, este mal presagio no impidió que se abriera la tumba. El acontecimiento fue anunciado para todo el mundo por el periódico británico “Times”, al que el aristócrata había vendido la exclusiva de la noticia para reponer sus arcas, maltrechas tras largas campañas de excavaciones sin recompensa. Pero las tragedias no habían terminado. A Lord Carnarvon lo picó un mosquito que le provocó erisipela, una herida que se infectó al cortarse con una navaja de afeitar y que derivó en una grave infección sanguínea. Después, una extraña neumonía complicó la situación y aceleró el proceso que acabó con su vida el 5 de abril de 1923, apenas cinco meses después del descubrimiento. Sus últimas palabras, en medio de su delirio fueron: “He escuchado su llamada y le sigo”.

Cuenta su hijo que súbitamente se apagaron las luces. Fue una interrupción del fluído eléctrico cuya causa no supieron explicar técnicamente en la central eléctrica, y que obligó a llevar velas al cuarto del difunto. Y cuenta también que por extraña coincidencia, su perra Susie, que estaba mutilada de una pata, y que tantas veces acompañó a su amo en sus viajes a Egipto, murió en la finca de Highclere al mismo tiempo que Lord Carnarvon.

Meses después, las muertes de varios ayudantes de Carter siguieron alimentando la leyenda negra de la maldición, incluso en algunos intelectuales ingleses, como sir Arthur Conan Doyle.

Entre ellas, estaba la muerte accidental de uno de los directores egipcios de antigüedades que autorizó la salida de los tesoros del faraón a una exposición en París o los seis infartos que sufrió uno de los ingenieros del vuelo que sacó los efectos reales de El Cairo y osó burlarse de las habladurías sobre el joven mandatario.

Las agencias de publicidad tienen que incluir la perspectiva de género en sus campañas, porque al no respetar las diferencias en las elecciones de compra de mujeres y hombres, terminan “maltratando” al consumidor y desconociendo los cambios culturales de la sociedad, afirma un experto.

Alberto Pierpaoli, experto en marketing de género, publicó el e-book “Maltratadas por el marketing”, que es el primer libro de América Latina que pone en evidencia que a pesar de que el 80 % de las decisiones de consumo de un hogar parten de la mujer, esa perspectiva no es tenida en cuenta en las campañas publicitarias.

“Las mujeres son invisibles para el marketing tradicional. Acá, por ejemplo, las campañas publicitarias de productos de limpieza hogareña están orientadas al ama de casa exclusivamente, nunca se ve en los avisos a un hombre pasando un lustramuebles”, se quejó el titular de The Gender Group.

“A la hora de comprar, la mujer y el hombre toman diferentes rumbos. El hombre, por una cuestión cultural, hace una búsqueda directa, lineal, mira, selecciona y compra; en tanto que la mujer se informa, consulta y compara”, comenta el experto en diálogo con Télam.

Dijo que en el caso de comprar ropa, por ejemplo “el hombre va, compra la camisa por color y se retira, en cambio la mujer piensa holísticamente, reflexiona sobre las posibles combinaciones de la prenda y luego compra”.

Pierpaoli reflexionó que el marketing es una disciplina creada en los años 50 con conceptos militares, como `blanco, target, público objetivo, estrategia, meta`. “Maneja al público con una concepción masculina, y olvida que en el último siglo la mujer se incorporó definitivamente al campo laboral e intelectual”, reflexiona.

“La mujer avanzó y el marketing no lo refleja. El marketing maltrata a la mujer y la concibe como era hace 50 años, la encasilla en lo hogareño”, describió.

Mencionó como ejemplo que una automotriz hizo una campaña publicitaria diferenciada hacia hombres y mujeres, y que la orientada hacia los hombres era técnica, con conceptos tradicionales vinculados con la potencia del vehículo.

En tanto que la femenina incluyó fotos de diferentes modelos de autos comprados por una mujer a lo largo de su vida, pegados en un álbum, con anotaciones a manera de recuerdo. “Se apuntó a lo emocional”, expresó.

“En la Argentina el 30 % de los autos es comprado por mujeres solas”, recordó, y destacó que muchos avisos de autos en el país siguen incluyendo al padre y la madre en los asientos de adelante y los hijos atrás, “cuando esa estructura familiar ha tenido cambios, que no son contemplados”, apuntó.

Dijo que los departamentos creativos de las agencias de publicidad están integrados, en promedio, por ocho hombres y dos mujeres, “lo que determina que la creatividad tiene ojos masculinos”, apuntó.

“Nadie enseña perspectiva de género. Tendría que ser un cambio cultural. Algunos todavía le siguen diciendo a los hijos varones que no tienen que llorar en público”, se quejó.

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