La Sociedad Sarmiento y el centenario de la UNT

La Sociedad Sarmiento y el centenario de la UNT

09 Febrero 2014
Este año, la Universidad Nacional de Tucumán cumple un siglo de existencia. Como se sabe, su nacimiento estuvo íntimamente vinculado con la Sociedad Sarmiento. El fundador de la casa de estudios, doctor Juan B. Terán, era presidente de la Sarmiento cuando abrió unos “cursos libres” en la institución. En septiembre de 1906, expresó claramente que esos cursos, unidos a la biblioteca de la Sociedad y a otras instituciones, estaban destinados a “federarse en la futura Universidad de Tucumán”. Terán presentaría el respectivo proyecto a la Legislatura en 1909: se hizo ley en 1912, la casa empezó a funcionar en 1914 y crecería extraordinariamente desde entonces. Pero, entretanto, la tan prestigiosa Sociedad Sarmiento -que databa de 1882- entró en un paulatino tobogán de decadencia, que se convirtió en indetenible cuando promediaba el siglo que pasó. Su destacado edificio comenzó a deteriorarse, perdió lectores y asociados, no pudo comprar libros ni conservar los que tenía, entre otras penurias.

Acertadamente, la UNT quiso tomarla bajo su protección en 2006. Por un convenio, se comprometió a restaurar el local y a colaborar con el mantenimiento del fondo bibliográfico. Como contrapartida, la UNT recibía la nuda propiedad del inmueble de Congreso 65, reservándose la Sarmiento el usufructo mientras durara su existencia como sociedad civil. En caso de desaparecer, local y libros pasaban a la UNT, que tenía además, la facultad de designar a la mitad de los miembros de cada comisión directiva. El convenio, con las referidas estipulaciones, se elevó a escritura pública en 2009.

Desde entonces, las sucesivas comisiones lograron normalizar la situación institucional de la Sarmiento, incluyendo el arreglo de los impuestos que adeudaba. La biblioteca siguió prestando un servicio mínimo, con cuatro empleados en total, incluyendo personal de limpieza. Todo pagado muy modestamente con la magra asistencia mensual de la UNT y el aporte, más modesto aún, de las cuotas de un padrón de 70 socios.

Pero la cuestión clave estaba constituida por la restauración integral del local social, obra que, según el convenio, debía iniciarse a los treinta días de firmado el mismo. Han pasado ocho años sin que se cumpla este acuerdo, ni aparezcan indicios de que en algún momento se cumplirá. Hemos deplorado en notas y artículos de opinión (el último, nuestro editorial de un año atrás, el 10 de febrero de 2013), sin éxito alguno, esa inadmisible circunstancia. Como es de imaginar, la destrucción avanza sobre el centenario edificio que diseñó el ingeniero-arquitecto Domingo Selva, autor del Palacio de Gobierno. No menos afectados se ven los cerca de 80.000 volúmenes que constituyen su patrimonio bibliográfico (casi imposible de consultar hoy, por haberse modificado la ubicación de los tomos durante algún arreglo, haciendo prácticamente inútil el viejo fichero de tarjetas). Por eso los únicos usuarios cotidianos de la biblioteca, son personas que llevan sus propios materiales, y quieren aprovechar la soledad y el silencio para estudiar.

Penoso destino sin duda, para una institución que durante tantos años fue la más importante casa de cultura de la región Noroeste. Como lo hemos sugerido infructuosamente en varias ocasiones, la UNT tiene el deber moral de cumplir el compromiso de salvataje que adquirió en 2006. Una elocuente celebración del centenario, podría ser el comienzo efectivo de las tareas de restauración integral del edificio de la Sociedad Sarmiento, con el reacondicionamiento y la digitalización de su tesoro bibliográfico. Extraña el silencio y la inacción de la alta casa de estudios en este sentido.

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