Fabián duerme con un ojo abierto

Fabián duerme con un ojo abierto

LA TERCERA NO ES LA VENCIDA. Fabián defendió su negocio, “Tatito”. la gaceta / foto de analía jaramillo LA TERCERA NO ES LA VENCIDA. Fabián defendió su negocio, “Tatito”. la gaceta / foto de analía jaramillo
15 Diciembre 2013
El teléfono sonó justo cuando Fabián Salguero se disponía a ir a abrir el supermercado. “Se viene fea. Muchas, muchísimas motos en la cuadra. Yo estoy armado, aquí a la puerta de tu negocio, por las dudas”, le dijo un vecino. Fabián pensó que la tercera tal vez iba a ser la vencida. Que en esta ocasión no iba a poder resistir. Pero no lo fue. Una vez más, el súper “Tatito”, ubicado en el corazón del barrio Echeverría, fue defendido por los clientes y los vecinos.

Los saqueos ya lo habían amenazado dos veces en diciembre de 2001. “Esta vez la cosa pintaba peor. Había como 300 tipos, en motos, carros y autos, con palos y armas, dispuestos a todo para entrar”, describe Salguero, en referencia a lo que ocurrió el lunes a la tarde frente a su negocio.

El comerciante no perdía la fe. Mientras estaba atrincherado junto a sus vecinos, el teléfono no paraba de sonar. “Hola Fabián. Esto es tremendo, nos pusieron armas en la cabeza, están desmantelando todo”, le informó uno de sus empleados. El saqueo estaba ocurriendo en una distribuidora que Salguero tiene en el barrio Independencia. 

Los miedos
“Tomé aire. Y sólo pensaba en que ojalá no entraran a este negocio, porque ahí sí me quedaba en la calle”, confiesa “Tatito”, como lo conocen sus vecinos. Está casado y es padre de tres hijos. Uno de ellos, el varón de 16 años, estuvo a la par de él, defendiendo el supermercado. “En el otro local, perdí todo. No se si podré volver a armarlo”, cuenta.

Y tuvo que llorar
En el siguiente llamado telefónico, Salguero no pudo aguantar la angustia y se largó a llorar. Al otro lado del celular, la que hablaba era una de sus hijas. Desde su casa, le pedía que por favor se cuidara. “Fue un momento muy doloroso, sentir que podía perder todo, que uno estaba arriesgando su vida, la de su familia”, resalta Salguero. 

Viene de una familia de supermercadistas. En Villa Angelina, desde hace 25 años, sus padres tienen un negocio. El quiso armar su propio comercio. Fue hace 16 años, cuando se instaló en la Ejército del Norte al 2.200. No había nada en la zona. Ahora, todo se mueve entorno al supermercado. Ni las grandes cadenas multinacionales que abrieron cerca de allí lograron opacar su funcionamiento. 

“Usted, señor cliente, es lo más importante aquí”, reza el cartel de entrada al súper. “Estoy sorprendido y muy emocionado por la cantidad de vecinos y clientes que vinieron a ayudarme, a defender este lugar. Muchos arriesgaron sus vidas, sus familias quedaron llorando, preocupadas en las casas. Y ellos, realmente, se jugaron todo”, dice.

Fabián está más tranquilo. Pero no del todo. “Soy un nudo de nervios, aunque no parezca”, confiesa. Tiene miedo. Alguien le ha dicho que el riesgo no se fue del todo. Que la amenaza está latente. Que hasta fin de año habrá que dormir con un ojo abierto.

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