El 911 no atiende a la realidad
El secretario de Seguridad Ciudadana, Paul Hofer, eligió el peor momento para anunciar que había descendido un 18 % el delito en Tucumán. Fue el 6 de noviembre, y se refería a octubre, mes en el que hubo 15 homicidios, entre los que se cuentan los más conmocionantes de los últimos tiempos, como el crimen de Barrio Victoria -en el que el desquiciado Daniel Sirnio asesinó al prosecretario judicial Manuel Uro y al comisario Víctor Barraza-; el asesinato del comerciante Luis de la Vega en el barrio El Parque y la ejecución del sereno José Flores en el country La Arboleda.

El listado de víctimas -que surge de lo publicado por la prensa, por lo que no sabemos si hay más personas fallecidas por hechos violentos en ese mes- incluye diferentes casos: dos mujeres asesinadas por sus maridos, dos hombres y una nena muertos por gente que manipulaba irresponsablemente armas, un verdulero asaltado en Concepción en septiembre -que falleció el 19 de octubre- y un adolescente asesinado a pedradas por barrabravas en Aguilares.

Conocer la cifra de homicidios -así como la de asaltos a mano armada y de lesiones graves- da una idea del nivel de violencia y del uso de armas en una sociedad. Todo llega siempre a la justicia y con ello es más factible percibir la evolución del delito. En Tucumán se dan unos 50 homicidios por año y la cifra de octubre es espeluznante, aunque no se sepa si se puede hablar de una tendencia. En cambio, en los delitos menores, como el hurto, se da más la cifra negra, es decir menos denuncias porque el monto del robo se considera insignificante (un celular barato, una billetera con poco dinero) y se estima que no vale la pena perder el tiempo ni siquiera hablando por teléfono a la comisaría. Cuanto más cifra negra hay, más escepticismo tiene la comunidad. Por eso, para saber si es alta la cifra negra, sirven las encuestas de victimización. Mientras no haya encuestas de este tipo es difícil hablar de baja de denuncias.

Por otra parte, no está claro qué se denuncia en el 911. El mismo Hofer dijo que aún faltaba separar contravenciones de delitos y comparar con las cifras de las Fiscalías I, II y III. No habló de las llamadas falsas que, en teoría, deben haber bajado: el primer fin de semana de uso del sistema, hubo 13.000 llamadas y más de 5.000 casos fueron bromas. Se sabe que el 911 no es instrumento para prevención, sino que, junto con las cámaras filmadoras, está hecho para la reacción, basado en el mito de la respuesta rápida. Habrá que analizar qué pasó el martes, tras el asalto a cuatro mujeres en avenida Mate de Luna al 1.600; las víctimas dicen que llamaron y no fueron atendidas.

Se trata de contradicciones que no dan respuesta a dos problemas: 1) No se sabe qué nivel de eficiencia tiene la Policía, ni cómo trabaja en comisarías vetustas y sin que nadie los controle, y a la que no afectan los escándalos por corrupción o abuso. 2) No hay estudios sobre modalidades delictivas, diagnósticos ni estrategias. Sólo se recurre a la respuesta postdelito.

Alguien debe estudiar si se puede bajar la cifra de homicidios y hacer control de armas. Los hermanos Ale confiesan desde hace años que tienen 50 armas cada uno. Y sólo ahora que intervinieron la unidad antilavado de la Nación y la AFIP, parece que se quedarán sin sus arsenales. El homicida Sirnio estaba lleno de armas, pero sólo ahora, tras la tragedia, se inquietaron el poder Judicial y la Policía.

Haber anunciado un descenso en las cifras del delito en el mes con más cantidad de homicidios lleva a pensar que alguien deberá encarar algún día hacer una base de datos con información seria que permita elaborar estrategias de verdad. Por ahora, el 911 no atiende a la realidad.

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