Miles votan, pocos sueñan

Miles votan, pocos sueñan

Los comicios de hoy, al margen de definir quiénes serán los cuatro representantes de Tucumán en el Congreso, delinearán el escenario político que marcará la transición hacia 2015

Esta noche, usted, lector, observe los gestos, semblantee; seguro que los rostros dirán más que los números que proporcione la Dirección Nacional Electoral diciendo quién ganó y quiénes son los que vienen detrás. Mire atentamente si hay alegrías forzadas o tristezas disimuladas. Las PASO de agosto sirvieron para hacer este ejercicio. También preste atención a los discursos, porque develarán en parte lo que realmente se está pensando de cara a lo que viene, cómo ve cada uno la transición, cómo se pretende posicionar para 2015. Tenga cuidado con las simulaciones; los protagonistas al final de cuentas son actores. Es que hay que convenir que estos comicios parlamentarios a mitad de mandato, en especial para Tucumán, tienen un sentido para la dirigencia y otro para los dirigidos, esos ciudadanos que hoy se convertirán en electores para decir "algo" en las urnas. Ellos expresarán lo suyo en un militante silencio anónimo, los otros entenderán lo que les convenga de acuerdo a sus intereses de cara a futuro. En el medio estarán aquellos que intentarán decodificar el meneado "mensaje de las urnas" de acuerdo a los porcentajes que obtenga cada fuerza. Claro, también con su particular visión. En algún punto habrá acuerdos sobre el "sentido" de la votación, suele suceder, porque el verdadero político -o su entorno- no puede pecar de ingenuo y carecer de olfato a la hora de definir sus próximos pasos.

En ese clima se desarrollarán los comicios para cubrir cuatro bancas de diputados nacionales, no para mostrar la foto de los elegidos que representarán a la provincia en la Cámara Baja, sino para discutir si se le dijo sí o se le dio la espalda al Gobierno -y en qué magnitudes para sopesar comportamientos-, si se le cerró otra vez la puerta a la oposición o si de le dio una mano para abrigar esperanzas de renacimiento después de una década de batallas perdidas. La suerte del cristinismo y sus herederos será parte del análisis obligado, según lo que suceda principalmente en Buenos Aires, donde el peronismo -disfrazado de oficialista y de opositor disidente- sigue siendo la principal opción de recambio. De allí saldrán los presidenciables para dentro de dos años, porque ese es el partido que se juega en el principal distrito electoral del país y a ese plano lo llevaron los principales adversarios. Uno habla de no cambiar y el otro de cambios. ¿Dejar inalterable qué? o ¿modificar qué? Modelos de conducción. Pero cada uno viene con sus propias contraindicaciones, o contradicciones: el cristinismo no tiene sucesores de sangre, o directos porque el kirchnerismo se quedó sin "re-re" y sin un adversario de fuste -por ahora- para embestir contra Daniel Scioli. El massismo es un experimento con límites bonaerenses, al que alguna parte del peronismo está observando con atención, y sin estructura a nivel nacional. Y como para demostrar que el 2015 es lo que está en centro de la escena para la dirigencia nacional, los huérfanos de candidatos de pura sangre "K" -con el proyecto de "Cristina eterna" cerrado- han exteriorizado, otra vez, su aversión por Scioli al hablar de Sergio Urribarri como un posible contendiente del ex motonauta. Así, hoy, a 10 años de que hubiera tres aspirantes a presidente del peronismo (Kirchner, Menem y Rodríguez Saá) en una suerte de interna abierta del PJ; estamos ante la posiblidad de que esa "trampa" electoral se reedite con Massa, Scioli y Urribarri. Es que los compañeros son "incorregibles". Elisa Carrió, la de la lengua filosa, se la ve venir y ya habla de "mafia del PJ", también mirando para adelante, pese a que es candidata hoy.

En Tucumán sucede otro tanto. Los dos grupos principales en pugna, el alperovichismo y el canismo apuestan todo a salir fortalecidos en la elección de hoy, y también con la mirada puesta en la renovación de autoridades de 2015. ¿Que no? Con sólo prestar atención al discurso del opositor -hablando de que se viene el cambio- y al tremendo -casi exagerado- preparativo logístico del oficialismo para asegurarse una victoria con el 50% de los votos se tira por tierra cualquier afirmación de que lo que interesa es el futuro del Congreso. Una buena elección, ratificando los números de las PASO o mejorando esos valores, convertirán al senador Cano en "el" candidato opositor para 2015. Sus expectativas están puestas ahí. Ahora bien, ¿por qué la desesperación del alperovichismo por llegar al 50% o superar el 45% de las primarias de agosto? Para impedir el crecimiento de adversarios internos o externos en el tiempo de la siempre incómoda transición. Una mala elección del oficialismo -o sea, que toda la oposición reúna más del 50% de los sufragios- truncará los sueños de reforma para eternidades de conducción o bien afectará al candidato de Alperovich a sucederlo: Manzur.

El gobernador no quiere salir debilitado de estos comicios por dos razones: porque quiere ser el que elija al heredero y porque no quiere que haya un posible aspirante peronista disidente. Es la apuesta: mantener el poder de decidir y de hacer, como sea, bolsones o no de por medio. ¿Candidato peronista disidente? ¿Es posible? Por supuesto. Veamos. El sistema de acople pergeñado por peronistas y con rango constitucional eliminó los sublemas, pero hizo proliferar los partidos políticos. Tanto es así que cada dirigente tiene su propia sigla partidaria bajo el brazo, por si las moscas. Incluso algún pícaro publicitó que alquilaba su partido para facilitar candidaturas. O sea que pueden proliferar los peronistas "disidentes" o que no quieran quedar entrampados en una interna del PJ, cuya estructura maneja el alperovichismo desde 2007. Competir allí para dirimir candidaturas a gobernador es apostar a perder. ¿Quién se animará a la disidencia tipo massista?, ¿Alperovich ve un disidente en su camino que haga peligrar su intención de mantener el poder y conducirlo a control remoto? ¿Es Domingo Amaya esa persona? Lo seguro es que varios están esperando el día de mañana para blanquear su juego, por más lealtad que les haya hecho jurar Alperovich en los actos de campaña. La pregunta tal vez es: ¿el alperovichismo le teme al peronismo? Porque como dicen los opositores y los propios justicialistas, en el "movimiento de Perón" los "ismos" pasan, el peronismo queda.

Por eso, esta noche, después de pasar por su escuela a votar, observe los rostros de los protagonistas, mire sus gestos, preste atención a lo que dicen, o a lo que no quieren manifestar. Una parte de lo que se viene estará allí. Usted, lector, después de cumplir con su obligación de pasar por la urna, verá si el sentido que le dio a su voto es el mismo que los actores le están dando. Descubrirá si el mensaje que usted quiso hacerles llegar es el mismo que están interpretando los beneficiados o castigados por su acción. Tal vez se sorprenda, o festeje con los triunfadores o sea el que se lamente por el papel de los segundos; lo cierto es que habrá participado de hecho institucional que tendrá repercusiones políticas para los próximos dos años; no en la Cámara de Diputados, sino el territorio tucumano. No hay que ser demasiado optimistas ni tener pocas expectativas sobre que todo vaya a ser para mejor, lo real es que la dirigencia tiene su propio tiempo de acción, mientras que la realidad tiene su propia inercia.

Un dato que en el marco de la dinámica sí tiene valor democrático en Tucumán es que desde 2003 a la fecha la participación porcentual de votantes en elecciones de legisladores nacionales ha ido en aumento: 51% en 2003, 69% en 2005, 76% en 2007, 77% en 2009, 80% en 2011 y 80% en las PASO de agosto. Este último porcentaje parece ser un techo, pero no deja se ser una cifra significativa en cuanto a participación ciudadana. Claro, tiene más valor cuando se considera que el voto responde a una obligación ciudadana y se acata, pero se degrada cuando se lo considera un elemento de canje por un bolsón. No es delito, como se dice, pero afecta a la calidad institucional. Es un elemento sobre el que hay que poner la mirada, también para 2015.

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