"Auméntanos la fe"

"Auméntanos la fe"

Pbro Marcelo Barrionuevo.

06 Octubre 2013
También nosotros hacemos esta petición de los discípulos de Jesús, porque hoy son muchas las cosas que invitan al pesimismo. La desconfianza hacia todo programa político, social, económico se va extendiendo y un sordo escepticismo, incluso indiferencia, se apodera de mucha gente, en especial de los jóvenes. Y aunque la grandiosidad del Universo y el prodigio de la vida nos hablan constantemente de Él, la presencia abrumadora del mal y el silencio de Dios llevan a que muchos se pregunten si existe y si se ocupa de los hombres.

La fe que pedimos a Dios es una fe sobrenatural, es decir, creer en Él y en lo que su Iglesia nos enseñó a la largo de la historia. Desde esta dimensión las infinitas circunstancias de vida temporal adquieren nuevo brillo y nos dan fortaleza para vivir. ¿Cómo lograrlo? Parece claro que, aunque la fe en Dios tiene una componente racional innegable, solo se llega a creer si se quiere. "Nadie cree sino queriendo, libremente", señala San Agustín. Y desde esa libertad le pedimos a Dios que nos aumente la fe. La fe que recibimos en nuestro bautismo la debemos cuidar mediante una formación que crezca con el pasar de los años. Se aprende a vivirla en la familia y la madre adquiere un papel protagónico. Es el hogar la primera escuela de la fe cristiana.

En la Segunda lectura (2 Tim. 1,6-8; 13-14), San Pablo exhorta a Timoteo a mantenerse firme en la vocación recibida y a llenarse de fortaleza para proclamar la verdad sin respetos humanos: "Aviva el fuego de la gracia de Dios; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio". Pablo nos exhorta a no esconder la fe sino a testimoniarla con la fortaleza propia de hijos de Dios. El papa Francisco nos está convocando como Iglesia a un mayor protagonismo de la fe en la vida pública, en la economía, en la política, en la cultura. No podemos dejar de examinar los cristianos argentinos si nuestro presente nacional no es el resultado de haber dejado de aportar lo más valioso de nuestro mensaje de fe a las estructuras sociales.

Los cristianos, jóvenes, adultos y ancianos tenemos la responsabilidad histórica de iluminar y de generar conciencia: una sociedad sin Dios, sin una justa valoración de la dignidad humana desde el seno materno hasta su ocaso natural, sin un compromiso real para cambiar las injustas situaciones sociales, es una sociedad que produce muerte en vez de vida. No podemos lavarnos las manos, nuestra fe nos lo exige, Dios nos lo manda, la historia nos lo reclama.

"¡Señor, auméntanos la Fe!", debemos pedirle con fuerza a Dios. Una fe que nos haga peregrinos en la Tierra con seguridad en el fin que nos espera. Una fe ilustrada, que sepa dar razones de su esperanza, que ilumine las realidades pequeñas y grandes de la vida personal y social. Una fe que movilice a la Iglesia a tomar el verdadero protagonismo histórico que la Argentina nos pide en este próximo bicentenario de la Independencia de la Nación.

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