El despegue de lo artesanal
En una carpa, las tejedoras exhibieron sus productos en la villa veraniega. Los precios no tenían relación entre los productos similares (el mismo pie de cama costaba $200 en una mesada, y $350 en otra), no había diseño, aunque sí muchas ganas de hacer y ganarse unos pesos con esa producción anónima, pero con un destacado dominio del material. No sé si vendieron mucho ese día. Pero era notable que algo les faltaba.

Así comenzó la historia de la randa en el mercado: su difusión y el interés que despierta en el público determinó que se proyecte como un producto. Este año hubo un intercambio de conocimiento entre randeras y diseñadores profesionales coordinados por el IDEP y la Municipalidad de Monteros. Así se confeccionaron prendas y accesorios con este tejido tan laborioso y artesanal. Demostraron con ello que se puede hablar de diseño sin perder esa identidad tucumana. Lo mismo pasó con la marca de unas costureras de Los Ralos. Crearon La Raleña, con la coordinación de un diseñador local. Ahora quieren producir grandes cantidades de prendas y lanzarlas a un mercado más comercial. De vuelta: se puede producir en serie, sin perder por eso el sello local. Lo que importa es "el made in" y el impulso -por supuesto- de aquellas instituciones que apuestan a que lo auténtico pueda despegar de las pequeñas ferias.

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