Monteagudo nació y creció en torno a la parada de trenes

Monteagudo nació y creció en torno a la parada de trenes

Entre 1880 y 1882 la originaria villa y estación Télfener se convirtió en Monteagudo. Las familias que donaron tierras para el pueblo.

24 Mayo 2013
"No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños". Sin dudas, el concepto del jurista, político, filósofo, escritor y orador romano Marco Tulio Cicerón se adapta a la existencia de ciertas poblaciones del sur tucumano, que sobreviven bajo la impresión de ser ágrafas (carecen de cultura escrita). 

Monteagudo, ubicada -departamento Simoca- a la vera de la ruta 157 y a 92 km al SE de San Miguel de Tucumán, es un caso emblemático. Sin embargo, el artista plástico Alfredo Gramajo Gutiérrez, uno de sus hijos más dilectos, reivindicó a Monteagudo ante la consideración nacional, a través de sus creaciones pictóricas.

Los comienzos
La otrora villa -hoy comuna- surgió en la década de 1870. Es de origen ferroviario. Creció en torno a la estación, entre 1874 y 1876, mientras se construía el camino de hierro del FCCC. Primero se llamó (José) Télfener, en honor al constructor de la línea, quien vivía en un predio cercano a ella. Era un ingeniero italiano, presidente de la compañía constructora del primer ferrocarril a Tucumán. La designación con su nombre fue criticada por diarios nacionales e ingleses. A raíz de ello renunció. No obstante, Horacio Juan Cuccorese dice que el verdadero motivo era que la línea resultaba deficitaria para Télfener. Por ello el Gobierno Nacional se hizo cargo del trazado el 28 de diciembre de 1876.

"El ferrocarril -según la profesora Hilda Elena Zerda de Caínzo- hizo de la estación Monteagudo un punto de vital importancia en las comunicaciones y el comercio por el transporte de tropas de carros hacia Medinas. Segundo Posse era dueño de una tropa. Y desde esa escala ferroviaria se trasladaron las maquinarias para los ingenios La Trinidad y Santa Ana".

La profesora Zerda de Caínzo estima que Télfener reunía a 250 habitantes. La memoria histórica y descriptiva dice que favoreció a los "intereses de las importantes poblaciones de Medinas, Concepción, Río Chico, etcétera".

La guía Hat, de 1884, dice que "poseía varias casas de comercio y molinos a vapor, del señor López Mañán. Constituía una estación de pasada, donde el tren -que corría domingo, miércoles y viernes- se detenía 40 minutos para que almorzaran los pasajeros.

El primer comercianteEmeterio del Río, oriundo de España y que llegó al lugar en 1875 -junto con los trabajos del tendido ferroviario-, fue el primer comerciante de la villa. También ocupó todos los cargos posibles. No sólo fue juez de paz, comisario y encargado escolar. También participó, en funciones directivas, de toda iniciativa para mejorarla. Don Emeterio, a quien el doctor Ernesto Padilla (gobernador de Tucumán entre 1913-1917) definió como "hombre de una sola pieza y de un alto valor moral", falleció el 7 de enero de 1925. 

Renominación
En noviembre de 1880, villa Télfener se llamó Bernardo de Monteagudo. La fecha de "la atinada decisión de imponerle el nombre del gran prócer revolucionario tucumano" -como afirma el historiador Carlos Páez de la Torre (h)-, se desprende de una carta del 4 de noviembre de 1880, que el entonces ministro de gobierno Sisto Terán Nougués le remitió al ingeniero Federico Stavélius. El funcionario comunicaba al profesional, que junto a otros dos colegas, se encargo de estudiar y definir el diseño de Monteagudo, que el Gobierno aprobó "la delineación que practicó en el pueblo de Télfener, de conformidad al plano que ha remitido al Ministerio y ha dispuesto que se publique esa nota junto con el acta escrita por los vecinos de aquella localidad"

Stavélius se había reunido el 30 de octubre de 1880, en la estación Télfener, con la mayor parte de los vecinos y propietarios de terrenos ubicados en torno a esa parada ferroviaria.

Donaciones
En el acta de esa reunión se consigna que Juan José Romero cedió "un predio al frente de la estación, de 140 metros por el oeste, cuyo fondo limitaba con la propiedad de Télfener, para el trazado de la plaza y sus calles adyacentes". También donó 20,89 m (25 varas) -después rectificó a 20 varas (16, 76 m.)- de frente al norte sobre la plaza, por 33,43 m (40 varas) de fondo al sur para hacer la iglesia y la casa del Párroco". Nicasio Bustamante entregó sin cargo "para la escuela mixta de mujeres y varones, un sitio de 25,07 m (30 varas) de frente por 33,43 (40 varas) de fondo". Dionisio Roldán, donó de su propiedad, para construirse el edificio policial, "16,71 m (20 varas) de frente por 33,43 m (40 varas) de fondo". Anselmo Lastra cedió, gratuitamente, para hacer un hospital general, un terreno de 25,077 m (30 varas) de frente, por 33,436 m (40 varas) de fondo". 

Las manzanas se establecieron en "105 m de extensión, por costado, y las calles, de 17, 5 m de ancho". El acta fue rubricado, "a ruego de L. José Romano, por no saber firmar, C.A Bilgry"; Vicente López por Dionisio Roldán y Nicasio Bustamante; Jorge Kroenchey por Anselmo Lastra; Jaime Carrizo y Nicasio Aguilar, por Andrea Roldán; C.A. Bilgry por B. López; B. López Mañán, Emeterio del Río, Vicente López, D. Kroenchey, M. López González; B. López Mañán por Santiago Ibarra; B. López González por Crespín Silva; Méndez y Heller, Bernardo Pietranera, Federico Stavélius, Carlos de la Barra y Martín Gutiérrez (comisario)".

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