Entran por una dolencia y se quedan a vivir en el Centro de Salud

Entran por una dolencia y se quedan a vivir en el Centro de Salud

Carlos, de 68 años, y Ramón, de 57, ya están curados, pero no quieren irse porque en el hospital tienen cama y comida. Intervención judicial

31 Marzo 2013
El hospital Centro de Salud es como una ciudad para él. Lo recorre cada día, de punta a punta, para estar al tanto de todo lo que ocurre y para entrar en contacto con sus "amigos" y vecinos de cama. Carlos, de 68 años, ingresó al nosocomio en el 2005 por una enfermedad respiratoria. En pocos días estaba curado. Sin embargo, nunca quiso irse de allí, pese a que tiene familiares directos.

El de Carlos no es el único caso. También está Ramón, de 57 años, que vive en el hospital desde 2010. En ese año, había ingresado con una patología aguda. Su hijo fue a verlo una vez. Y no volvió más. Las autoridades intentaron contactarlo, pero se niega a buscar a su padre. Para colmo, Ramón ya ni siquiera tiene casa porque mientras estaba enfermo sus familiares la pusieron en alquiler.

"Ustedes no están enfermos, no es necesario que se queden en el hospital", les dijo a los dos pacientes, en varias oportunidades, la doctora María Marta Vargas, jefa de Gestión de Pacientes del hospital. A lo que ellos siempre contestan igual: "estamos muy bien aquí, no tenemos adonde ir ni qué comer fuera de este lugar".

Carlos y Ramón entran y salen cuando quieren. Son como huéspedes de un hotel. Si demoran, a lo sumo, pierden su cama y van a dormir a otra sala hasta que recuperan su lugar. Ya nadie los controla ni necesitan medicamentos. Son dos personajes más del paisaje hospitalario: hasta se hicieron amigos y pasan mucho tiempo juntos.

Las autoridades del nosocomio ya probaron de todo: recurrieron a la Justicia y a los hogares para personas abandonadas. "El problema es que estos dos pacientes están bien, no se los puede declarar insanos como para albergarlos en otra institución de salud mental, por ejemplo. Además, en los hogares no hay lugar, están saturados de personas abandonadas", resalta.

"Les dijimos varias veces que deben irse y no quieren; somos una institución de salud, tampoco podemos tirarlos en la calle", añade Vargas.

Carlos y Ramón no son los primeros pacientes que entraron por una urgencia y se quedaron a vivir en el hospital. Es algo que ocurre a menudo. De hecho, el año pasado la repartición que dirige Vargas logró reubicar a dos pacientes que estaban residiendo en Centro de Salud, uno de ellos permaneció ocho meses y el otro un año y medio. A través de la Justicia consiguieron intimar a sus familiares para que se hicieran cargo.

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