La obra que sacó del aislamiento a los valles cumple 70 años

La obra que sacó del aislamiento a los valles cumple 70 años

El 17 de enero de 1943, en el gobierno de Miguel Critto, se abrió la ruta que une Acheral con Amaicha.

HAZAÑA. Los valles eran desconocidos por la mayoría de los tucumanos, por lo que fue una aventura recorrer la ruta. LA GACETA / ARCHIVO HAZAÑA. Los valles eran desconocidos por la mayoría de los tucumanos, por lo que fue una aventura recorrer la ruta. LA GACETA / ARCHIVO
17 Enero 2013
El vecino más anciano del valle arrancó un terrón de tierra y se lo ofreció al Gobernador. Un enorme gentío los rodeaba; algunos habían acudido con urnas funerarias, pucos, tinajas y hachas de piedra, vestigios de la civilización que los precedía; otros llevaban consigo horcones, hoces, zarzos, yugos y arados de gastada. Se armó también una muestra de arte doméstico de la región: exhibían el huso cargado de lana purpurina, puyos y chuces, pellones o lazos. Un grupo de mujeres nativas ofrecían mazorcas de granos finos en piedras tacanas (donde se la quebrantaba), tipas rebosantes de panes, tortillas, humitas, churqui, locro, mazamorra, cuajada y el renombrado queso de Tafí. Los niños aguardaban a lo lejos, con sus mascotas de los rebaños, rodeados por una vistosa tropa de vicuñas y guanacos. Luego llegaron los escolares agitando tacuaras en flor, y un cinturón de jinetes que escoltaban a un tropel de los rodeos. Y los capataces de las siete estancias de Tafí ofrecieron como recuerdo del hecho tan importante, ponchos, lazos y quesos. En ese contexto el gobernador Miguel Critto dio inicio a la ceremonia de fundación de los pueblos veraniegos La Quebradita, Las Carreras, Ampimpa y Carapunco. Un día después, inauguraron la nueva ruta a los valles, de Acheral a Amaicha.

Hoy se cumplieron 70 años de aquel suceso que significó una apertura para las regiones que hasta entonces estaban aisladas, y a las cuales solo se llegaba a lomo de mula. "Es mi anhelo que esta ruta sea a modo de canal abierto a todas las manifestaciones del progreso y la cultura", esas fueron las palabras del entonces ministro de Hacienda de la provincia, Tomás Chueca, durante la inauguración del camino. El funcionario especificó en su discurso -publicado por nuestro diario el 18 de enero de 1943- que la obra demandó unos $ 3,5 millones, lo que hablaba de las dificultades que tuvieron que sortear y el esfuerzo máximo de todos los que estuvieron involucrados en la construcción.

El Indio y otros recuerdos
"Bien temprano mi amiga María del Valle de Chazal me trajo un texto. Me lo entregó y me dijo: '¿Te acordás que hoy es el aniversario de la fundación de las villas?' Entonces leí el texto, que fue publicado por LA GACETA, y decidí llevarlo al diario para recordarles esta fecha tan importante para todos los tucumanos. Esa inédita acción fue encarada por el entonces gobernador, mi abuelo Miguel Critto", contó Lucía Fazio. Una anécdota familiar que recuerda ella, relacionada con este acontecimiento, todavía hoy no puede ser comprobada, pero sigue siendo motivo de risas. "Mi abuela, Benjamina López Pondal de Critto, esposa del ex Gobernador, habría decidido que al Monumento al Indio se le pusiera una 'pollerita' para que no estuviera desnudo, como lo estaba desde su creación", contó Fazio, en referencia a la obra del escultor tucumano Enrique Prat Gay, denominada en ese momento Monumento al Chasqui. Francisco "Pancho" Critto, hijo del ex gobernador, tiene 81 años y recordó que para su padre se trató de una obra a la que le puso mucho empeño. "Él era una persona que se preocupaba mucho por el prójimo. Era médico, como yo. Por ello estaba esperanzado con la apertura del camino; le costó mucho, pero sabía que era necesaria. Al final, todo salió magnífico y mi papá estaba orgulloso", comentó Critto.

La nueva obra tenía una extensión de 118.5 kilómetros; con ella se pretendía abrir una ruta comercial con provincias vecinas y generar nuevos sitios turísticos para recibir a todos los argentinos. También se facilitó que en el lugar se realizaran largometrajes y filmaciones promocionales de la región.

Un final con baile
Una vez que terminó la ceremonia, comenzó la Cacharpaya. Fue una fiesta de despedida que los pobladores y veraneantes de las estancias ofrecieron al gobernador Critto y a su comitiva.

Hubo una churrasqueda organizada por los jinetes de los pueblos cercanos y un baile que -según recuerdan algunos momoriosos- duró varios días. Celebraron la huella que ya estaba marcada.

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