Volver fue tan difícil como ganar el diploma

Volver fue tan difícil como ganar el diploma

Lucenti llegó cansado por las demoras en los vuelos.

PEDRO IBARRA. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO PEDRO IBARRA. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
07 Agosto 2012
La estampa de Emmanuel Lucenti en el aeropuerto Benjamín Matienzo se asemejaba a la que se vio cuando perdió en Londres ante Antoine Valois-Fortier. Exhausto, el yudoca, séptimo en los Juegos Olímpicos en hasta 81 kilos, saludó al puñado de amigos y familiares que fueron a recibirlo.

Lucenti tuvo que aguantar dos días de viaje, sin parar. Se fue de la Villa Olímpica el sábado y hasta ayer, estuvo de avión en avión mientras hacía base en los aeropuertos. El viaje estaba dentro de las horas previstas hasta llegar a Buenos Aires, donde apareció la niebla. La situación hizo imposible que el vuelo partiera de aeroparque, por lo que el yudoca prefirió ir hasta el aeropuerto internacional de Ezeiza.

La suerte no lo acompañó y la única opción fue pasar la noche en la estación aérea y partir en las primeras horas de ayer. El contratiempo aguó los planes de recepción cuidadosamente programados por sus amigos. Un grupo de 20 personas estaba listo el domingo para comenzar la caravana desde Plaza Urquiza cuando el anuncio de la suspensión del vuelo llegaba al celular del sensei Juan Pablo Soria Ferullo.

Ayer a Lucenti lo recibieron su madre Elisa, sus hermanas Mariana y Giannina, su novia Lucía y sus amigos Maximiliano y Nicolás. Curiosamente, a "Emma" todavía no le entregaron el diploma olímpico.

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