Ya no basta solo con el tobogán

Ya no basta solo con el tobogán

22 Julio 2012
El niño aprende jugando. Su desarrollo motriz, se basa en los aprendizajes adquiridos en los primeros 7 y 8 años de vida, y esas capacidades aprendidas les sirven para toda la vida. Los docentes no desechamos los nuevos juegos basados en la tecnología, pero las ventajas de aprender enfrentándose a los desafíos de resolver problemas y superar obstáculos, es doblemente ventajoso. Los niños que pasan muchas horas frente a la pantalla de la TV o a la computadora y videojuegos, corren el riesgo de no lograr la madurez necesaria para relacionarse con los otros ni de ejercitar la creatividad y la reflexión. Estoy convencido de que a los niños que asisten al jardín de infantes no hay que exigirles tanto que aprendan a leer y a escribir; debe aprender a jugar porque jugando aprende. Hay que dotar a las plazas de elementos lúdicos. No alcanzan ya el clásico columpio ni el tobogán y la hamaca; los niños necesitan trepar, revolcarse, reptar, colgarse de las barras; necesitan corretear en espacios seguros, y bien planificados si queremos ayudarlos a adquirir destrezas motoras y visomotoras. Estos espacios deben ser accesibles también para aquellos niños con capacidades diferentes. Que las plazas tengan elementos de recreación para niños no videntes y para los que sufren discapacidad motriz o cerebral. No estoy de acuerdo en que a temprana edad los niños se relacionen con la tecnología. Son juegos novedosos y atractivos, por el interés que despiertan en esta generación la electrónica, las pantallas y las botoneras. Pero el niño necesita primero un mundo real compartido con otros; esos otros con los que pueda aprender a relacionarse, y a desarrollar un lenguaje común. Para los docentes, es todo un desafío.

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