Creer en los milagros

Creer en los milagros

Ocho de cada 10 tucumanos piensan que los milagros existen, según un relevamiento realizado en grandes ciudades del país. Más de la mitad de los encuestados dice haber presenciado un suceso extraordinario. La mayoría los vincula a personas que se curaron de enfermedades graves. Nuestra provincia es el segundo lugar en el que más personas se declaran creyentes.

15 Julio 2012
Gustavo Ramírez tiene 44 años, trabaja como empleado de una farmacia y es padre de familia. En su casa de Barrio Sur, junto a la mesa del comedor, tiene un rincón en el que el protagonista es San Expedito. Noche a noche toda la familia le prende velas, le reza y lo adorna con flores. Lo hacen desde hace cinco años, cuando uno de los hijos de Gustavo, Martín, tuvo un accidente. Los médicos aseguraban que no iba a sobrevivir, que su cerebro estaba casi muerto. "Nos dijeron que solo un milagro lo salvaría, así que empezamos a orar todo el tiempo", recuerda el hombre.

Martín, que ahora tiene 20 años, se recuperó y no le quedaron secuelas, nos cuenta el padre. "Fue un milagro de San Expedito, no tengo dudas", asegura Gustavo, que cada tanto visita la parroquia Corazón de María, donde el santo tiene su altar.

Se les reza. Se les imploran favores. Se les deja todo tipo de ofrendas. A los santos, a Jesús, a la Virgen, a la Pachamama. La gran mayoría de los tucumanos cree en los milagros. Ocho de cada 10, para ser más precisos, según una investigación realizada por una universidad privada en grandes ciudades del país. Y no solo creen, sino que además lo viven: muchos aseguran que se sintieron en presencia de uno de estos sucesos extraordinarios alguna vez en su vida.

Los datos se desprenden del informe "Creencias religiosas de los argentinos", realizado por la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES 21) entre personas de 18 a 70 años de la Capital Federal, Tucumán, Corrientes, Mendoza, Comodoro Rivadavia, Córdoba y Rosario. El estudio, publicado recientemente, demuestra que Tucumán es el territorio donde más se cree en Satanás. Es también la segunda provincia cuyos habitantes más creen en los milagros. En el primer lugar se encuentra Corrientes; es el distrito en el que más personas creen en Dios (el 97%). En nuestra provincia, el 95% es creyente y casi un 30% se considera "muy religioso". La Capital Federal, en cambio, resultó ser la más escéptica.

Más de la mitad de los encuestados dijo haberse sentido en presencia de un milagro alguna vez. Y cuando se les pidió que lo mencionaran, un 46,8% de ellos se refirió a una persona que se curó de una enfermedad grave.

En el estudio hay varios datos que llaman la atención: los milagros atraviesan todas las identidades sociales. Los profesionales que pasaron por la universidad creen en los milagros (un poco menos, pero nada significativo) como el resto de los argentinos. Ellas creen más que ellos. Y son las mujeres las que también aseguran vivenciarlos más que los hombres.

Lo extraordinario

Según los expertos consultados, no es extraño que los milagros tengan tanta fuerza en una sociedad tan creyente como es la nuestra. Griselda Barale, doctora en Filosofía, define: "de manera estricta un milagro es un hecho extraordinario; algo que, cuando ocurre, contradice las 'leyes de la naturaleza', es decir, las leyes de las ciencias". De esta forma, deja en claro que no siempre lo que pensamos que es un milagro realmente lo es.

"Muchos hablan de milagro cuando pasa algo que esperaban mucho y que era altamente improbable que pasara pero no imposible, por ejemplo: que alguien se retracte ante una ofensa; que alguien deje de tomar (alcohólico)", especifica.

La Iglesia suele ser muy cautelosa a la hora de hablar de los milagros o de admitir que ocurrieron, especialmente cuando estudia un proceso de beatificación. Es más, cuentan con minuciosos estudios para probar que hubo sucesos extraordinarios.

Para la gente, el creer o no en los milagros parece no depender de la autorización de una institución, va mucho más allá de eso. El milagro siempre tiene un fin concreto: como curar una enfermedad o sobrevivir a un accidente. Es el deseo profundo, la necesidad de creer en que hay algo superior a uno mismo, especialmente es los momentos más desesperantes, explican los expertos.

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