Se lo entrega desde el siglo IV

Arzobispos y algunos obispos usan el palio. Según algunos historiadores, se trata de una insignia de origen imperial concedida al Papa. Otros dicen que tiene origen puramente eclesiástico, y que surgió con la intención de que fuera entregada por el Sumo Pontífice. También se la ha considerado como esquematización del pallium de los filósofos que, impulsado por una moda tardía, se habría usado plegado y en forma de bufanda alrededor del cuello. Esta última teoría (de Wilpert) se basa en los primeros palios que recuerdan la manera de llevar el pallium antiguo, tal como como se observa en mosaicos del siglo VI.

El primer dato sobre el palio se remonta al siglo IV. Se lo concedía a los obispos más ilustres. La costumbre de enviarlo a los obispos metropolitanos más destacados hizo que con el tiempo fueran entregados sin recurrir a Roma. Hasta que Juan VIII, en el siglo IX, reconoció el palio como insignia de la jurisdicción de los arzobispos y, al mismo tiempo, estableció las normas de concesión que debían hacerse a la Sede Apostólica bajo severísimas penas.