Cómo triunfar en la lejana Nueva Zelanda

Cómo triunfar en la lejana Nueva Zelanda

Con su título de arquitecto bajo el brazo partió a realizar una maestría en México y hoy es docente e investigador en la Victoria University de Wellington.

NO TODO ES TRABAJO. Al hacer un alto en sus tareas se da tiempo para disfrutar junto a su mujer de la belleza que encierra la tierra de los kiwis.  LA GACETA / FOTOS GENTILEZA EMILO JOSé GARCíA NO TODO ES TRABAJO. Al hacer un alto en sus tareas se da tiempo para disfrutar junto a su mujer de la belleza que encierra la tierra de los kiwis. LA GACETA / FOTOS GENTILEZA EMILO JOSé GARCíA
Nació en San Miguel de Tucumán hace 33 años. Es el segundo hijo varón de la pareja conformada por los bioquímicos María Beatriz Bidegorry y Miguel Ángel García. Su hermano, Matías, es ingeniero nuclear en el Balseiro y su hermana, Constanza María, es abogada y ejerce la profesión en Tucumán. Emilio José García egresó del colegio Sagrado Corazón y de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de Tucumán. Allí fue ayudante y docente en la Cátedra de Teoría de la Arquitectura. Trabajó en nuestra provincia en el ámbito del diseño y de la construcción hasta 2005, cuando decidió marchar a perfeccionarse; México fue el lugar elegido. En la prestigiosa UNAM realizó su maestría en Diseño Arquitectónico y vivió casi seis años en el Distrito Federal, donde se desarrolló su tarea profesional como docente y como profesional.

Pero su espíritu inquieto siguió empujando y en 2010 partió a Nueva Zelanda. Radicado allí, es investigador y docente en la Victoria University of Wellington. "He tenido -comenta- la posibilidad de viajar, por turismo y por trabajo, a distintos países de Europa, América y Oceanía". Sin embargo, sigue trabajando para Tucumán: en Raco está finalizando una casa, como parte del Estudio Pondal Arquitectos.

La experiencia en México
México, cuenta, es un país fascinante. Hizo muchos amigos, y aprendió a hablar "otro español" y a comer muy picante y en la calle. Mientras realizaba el posgrado en la UNAM tuvo el placer de trabajar con arquitectos de renombre, como Carlos González Lobo o Alfonso Ramírez Ponce. "Cuando obtuve la maestría trabajé de forma independiente realizando mis propios proyectos o en colaboración con estudios muy importantes, como el de Bernardo Gómez Pimienta", cuenta.

Allí se desempeñó como jefe de proyectos, y coordinó la presentación a concursos internacionales. "Realizamos varios proyectos en todo el mundo, desde Bahamas, Venezuela y México hasta la Argentina", destacó.

En 2008, junto con Ricardo Vásquez, arquitecto colombiano, ganó el Premio Holcim Latinoamérica de Arquitectura Sustentable por un conjunto de viviendas que proyectaron en Coyoacán.

"Este premio nos dio mucha difusión en los medios gráficos y virtuales de toda Latinoamérica, incluidos los de la Argentina: salimos en diarios como LA GACETA y Clarín", añade. La tarea docente compatibilizó sus clases en la Universidad Iberoamericana, la institución educativa privada más prestigiosa de México, con las clases en un taller de Arquitectura de la UNAM

"En 2008 también gané un concurso de investigación organizado por la Universidad Politécnica de Barcelona, lo que me posibilitó dar clases en la Maestría de Urbanismo y Organización Territorial ligadas al turismo de masas", rememora.

Oceanía en su vida
La posibilidad de partir rumbo a Nueva Zelanda surgió a finales de 2009, y no lo asaltó la más mínima duda. La Victoria University of Wellington había llamado a concurso de interesados en formar parte de un equipo de investigación en Sustentabilidad Urbana. Además había que dar clases en la universidad y quedaba abierta la posibilidad de hacer un doctorado.

"Me decidí, participé en el concurso internacional y gané la posición. Desde entonces trabajo como docente e investigador, y al mismo tiempo estoy realizando el doctorado", cuenta entusiasmado.

La experiencia cosechada en distintos países le sirvió para alimentar una mente abierta y cosmopolita que le permite, latino como es, dar clases y practicar arquitectura y diseño en esa ciudad anglosajona.

"Es muy agradable desempeñarse en un lugar donde el trabajo intelectual posee un estatus y se reconoce profesional y económicamente. Aquí ser profesor e investigador es algo muy importante, tanto como ser asociado de un estudio de arquitectura. Los profesores no tienen ínfulas, pero la mayoría publicó muchos artículos y libros de cabecera en sus especialidades", apuntó García.

Vida universitaria
"Los alumnos son respetuosos y tímidos, pero furiosos y creativos en sus proyectos. El profesor da los lineamientos y la visión global, pero el alumno investiga y desarrolla su propio método de trabajo para llegar al resultado esperado. No es la relación latinoamericana maestro-aprendiz", compara. ¿Cuáles son las razones de la diferencia? "Cuando los docentes hacen las críticas de los proyectos es más importante resaltar los valores positivos y su potencial que destacar las complicaciones. En el ámbito de la investigación son puntuales, acotados y detallados. No hay frases largas ni terminología oscura. Todo tiene que ser transparente, claro y escueto".

El día a día
García comienza la jornada preparando el mate. "No tenemos horarios de oficina y nadie controla a nadie; sin embargo, hay fechas de entrega y reuniones, in situ u on line, con colegas locales o de otros países -explicó-. Tengo una oficina en la Universidad; allí otro mate me acompaña el resto del día".

"Doy clases, corrijo, preparo charlas, coordino reuniones de investigación, escribo papers, doy consultas... ¡y hago una pausa para un café con mis colegas! Trato de acabar a las 18 y regreso a casa para ir al gimnasio, o simplemente a preparar la cena con mi mujer mientras repasamos el día. A la noche me gusta leer o escuchar música", enumera. Y cierra el día y la charla.

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