En San Luis, a los alumnos les acreditan dólares por cursar y aprobar la escuela

En San Luis, a los alumnos les acreditan dólares por cursar y aprobar la escuela

Inspirada en una iniciativa de un economista estadounidense, la medida es rechazada por quienes consideran que es "la mercantilización de la educación".

En San Luis, a los alumnos les pagan para que estudien. A la medida, inspirada en experiencias implementadas en Estados Unidos, los hermanos Rodríguez Sáa la bautizaron "Estampillas escolares, ahorro para mi futuro". El actual gobernador, Claudio Poggi, mantiene esta iniciativa que a muchos argentinos adultos nos hace acordar a la vieja libreta de la "Caja de Ahorro Postal". La diferencia está en que a los alumnos puntanos les van acreditando dólares, que podrán cobrar (U$S 1.200) cuando terminen el secundario.

En su aspecto formal, la iniciativa contempla el pago por pasar de curso. Pero, la medida agita un debate más profundo, que salta los límites de la escuela a la mesa diaria de cada hogar, y que ha atravesado por lo menos los dos últimos siglos: si sirve la filosofía del premio y el castigo como herramienta para educar a los chicos.

Si los sondeos informalísimos sirven, en una convocatoria que estuvo colgada en el sitio de LAGACETA.com, la mayoría de los padres se despacharon en contra de estos incentivos económicos.

Desde la psicología de la Educación, María del Carmen Gil Moreno (profesora adjunta de la materia en la Facultad de Psicología de la UNT) recuerda las marchas y contramarchas del propio Sigmund Freud al respecto: "él pensaba que si había una educación más libre y menos dependiente de premios y castigos, no existirían neuróticos; pero después, él mismo hace una autocrítica, en el sentido de que para vivir en sociedad es necesario de alguna manera que se repriman ciertos impulsos. Una problemática de hoy es cómo educar en la primera infancia para que ese sujeto tan libre se integre comunitariamente", reflexiona la experta. Ana Carolina González es profesora asociada en la cátedra de Gil Moreno y compañera en un proyecto sobre Conivencia en escuelas públicas. En ese contexto, desarrollan numerosos talleres, en los que se repite esta opinión perturbadora. "Muchos chicos dicen que van a la escuela solo porque a las mamás les dan el dinero o el delantal. Y se desdibuja el deseo de conocer", enfatiza la psicóloga.

En su racconto de las respuestas de las maestras, coinciden en que las docentes hasta han llegado a cuestionar ciertos "efectos colaterales y negativos" de la Asignación Universal Por hijo. "Nos preocupa esto de la relación con el conocimiento. Nos preguntamos si las políticas públicas estimulan la relación del sujeto con el saber. Lo que necesitamos es estimular vidas, y con medidas como la de San Luis lo que hacemos es estimular el consumo. Lo que les falta a los chicos es un sentido, y la educación debería ayudar a reparar esa ausencia de valores", remarca Ana Carolina.

Cuánto cotiza pasar

En la libreta de los chicos puntanos, pasar de grado cotiza así: alumnos de 1° a 6° del primario, U$S 50 por grado aprobado; de 1° a 5° año del secundario, U$S 100 por cada año aprobado; los que cursen el 6° año del secundario recibirán estampillas por un valor de U$S 400. En todos los casos, los alumnos ahorrarán U$S 1.200 en estampillas, que al finalizar el secundario podrán canjear, siempre que no adeuden materias de años anteriores.

Para los expertos en Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas (Cippec), la medida no sólo degrada al aprendizaje a una condición mercantil sino que amplía las desigualdades sociales. "Dado que el pago se basa en un criterio meritocrático que beneficia a los sectores más acomodados, se premia no sólo a los que se esfuerzan sino especialmente a aquellos que tienen ventajas de capital económico y cultural en el hogar, que son quienes tienden a tener menores dificultades en la escuela para pasar de año. A diferencia de las becas o de la asignación universal, este sistema de pago por aprendizajes se asienta en el mérito y no en las necesidades", opinan desde el Cippec, sobre esta iniciativa que también ha hecho olas en Estados Unidos en 2010, cuando se experimentó en algunas escuelas de Washington DC.

En la charla con Gil Moreno y con Ana González resurge esta pregunta: cómo lograr que los chicos logren disfrutar del mero aprender, sin esperar premio. Opinan que los adultos deben reinstalarse en el lugar de autoridad que han resignado, "diferenciando autoridad de autoritarismo". Y traen a la mesa de café el ejemplo de "Los coristas", el filme en el que la música y el diálogo (la conversación) le ganan con juego limpio a la histórica pedagogía del puntero.

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