"¿Que cómo vivo después de lo que me pasó? No vivo, sobrevivo". Así de sentidas, contundentes y concretas fueron cada una de las frases que Emma del Valle Aguirre (de 67 años) pronunció ayer frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán (TOF). El ama de casa oriunda de León Rouges (Monteros) es la víctima del quinto juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en la provincia. Aguirre es, además, la primera que puede contar su propia historia.
Otra de las particularidades del proceso es que todo su relato se produjo a cuatro metros del único imputado que llegó a juicio, el ex comisario general de la Policía, Miguel Ángel Moreno (66). Ocurre que Luciano Benjamín Menéndez fue separado por problemas de salud y tanto Antonio Domingo Bussi como Mario Zimmermann fallecieron. A Moreno, que fue jefe de la comisaría de León Rouges, se le imputan los delitos de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad con apremios y vejaciones, tortura y asociación ilícita. "Por vos venimos". Esa fue la única consigna que Aguirre -que estaba embarazada de pocas semanas- escuchó por parte del grupo de hombres que, armados y con linternas, ingresaron a su casa prefabricada la madrugada del 17 de febrero de 1977. Según relató, sus captores le vendaron los ojos y la ataron. La descripción de las torturas que contó haber recibido enmudeció al público. Con lágrimas en los ojos y conmovidos, sus hijos la apoyaron desde la primera fila. Con crudeza, después de 35 años, detalló: "me pusieron la picana. Mi cuerpo vibraba en el aire. Me gritaban: '¡Avisá hija de puta dónde están las armas de Simón (Campos)!' y '¡Vos sos la hembra del cura Luciano!'(sic). Las noches siguientes también me torturaron. Una de ellas, me pusieron una botella con agua en la boca. Se me liberó la mano izquierda y pude levantarme la venda. Lo vi a Moreno, con su cuerpo grande y su boca sonriente, poniéndome la botella. Al lado estaba Bussi, con un casco negro bajo el brazo y una especie de fusta en la mano. Me pegó con un fusil en el pecho. '¡Dale 15, dale 20!', ordenaba Bussi. Antes de liberarme me preguntaron cómo quería morir, si a mil metros en los cerros, o enterrada con litros de nafta encima". Luego, con la voz quebrada increpó: "¿cuál fue mi culpa? ¿Ser vecina de Ángel Jiménez (obrero desaparecido)?".
Ante las preguntas del fiscal Leopondo Peralta Palma, de los jueces (Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y Jaime Díaz Gavier) y de Exequiel Avila Gallo (h) (defensor), Emma no titubeó.
"Todos gritábamos. Se escuchaban quejidos de dolor todo el tiempo", respondió cuando le consultaron si había otros detenidos en su condición. Si bien no pudo identificar el lugar (estaba vendada), se cree que estuvo en el Centro Clandestino de Detención que funcionaba en el ex ingenio Nueva Baviera. Tras detallar cómo fue liberada una noche de tormenta en un descampado en Acheral, requirió al tribunal: "callé muchos años por miedo; aún lo siento. De ahora en más quiero gritar que fui torturada, vejada y que me humillaron. Señores jueces, les pido justicia". La mujer se paró y un aplauso espontáneo la despidió de la sala. Luego, declararon su esposo y dos de sus hijas. Antes, durante la mañana y por casi tres horas, Moreno prestó declaración. Por momentos confuso y por otros, enérgico, su relato intentó desvincular el accionar policial con el del Ejército. Y negó conocer a Aguirre. Se prevé que el juicio dure una semana. La segunda audiencia se realizará hoy, desde las 8.