¿Cómo harán los industriales que tienen prohibido verter los efluentes en la Cuenca Salí-Dulce para garantizar que no comenzarán a contaminar el suelo y la atmósfera de la provincia? El interrogante o temor fue planteado ayer de diferentes formas en la reunión que ambientalistas, técnicos y funcionarios mantuvieron en la Defensoría del Pueblo Tucumán.
Previamente, Alfredo Montalván, secretario de Medio Ambiente de Tucumán, había comentado que el Estado no iba a tolerar el almacenamiento de residuos industriales en lagunas: "sólo habrá pulmones debidamente impermeabilizados para el depósito durante un plazo de 25 días y con la finalidad de usar ese material como fertilizante".
Gustavo Masmud, representante de la ONG Ave Fénix, fue el primero en poner en tela de juicio la política descrita: "en el sur advertimos la contaminación de las napas freáticas y sabemos que las empresas amenazan a la población para que se quede callada". Ernesto Eduardo Vera, de Sitea, habló a su vez de piletones a cielo abierto que degradan la atmósfera de Banda del Río Salí con olores nauseabundos y ocasionan problemas respiratorios a los vecinos.
A modo de réplica, Jorge Feijoó, ministro de Desarrollo Productivo, aseveró que el desarrollo de fertilizante (o fertirriego) fue avalado por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres. Y añadió: "los ingenios no pueden ni verter efluentes en los cursos de agua ni perjudicar la vida de la población".