Los elaboradores de comida rápida que concurrieron a la Dirección de Bromatología del Siprosa para capacitarse en manipulación de alimentos nunca hubieran imaginado que iban a encontrarse con un caso real de síndrome urémico hemolítico, enfermedad por la cual las hamburguesas se han convertido en las malas de la película.
Ana de Castro Almeyra es porteña, y vino a Tucumán a visitar a su hermana. Llegó con Florencia, su nena de 7 años que tiene síndrome urémico hemolítico. La mujer asegura que la niña contrajo la enfermedad después de haber comido una hamburguesa en un local de comidas rápidas del barrio porteño de La Recoleta, hace un año y medio.
Cuando se enteró por LA GACETA de la iniciativa de capacitación que tomó la responsable de Bromatología de la provincia, Nora de Kristal, Ana no dudó en presentarse ante los elaboradores de comida rápida, para transmitirles su experiencia acerca de lo que es el síndrome urémico hemolítico.
"Nuestra intención no es atacar a las empresas de comida rápida, sino difundir la enfermedad", aclaró Ana, quien advirtió que el síndrome puede prevenirse si las condiciones de higiene y manipulación de los alimentos y enseres de cocina son correctas.
Sin embargo, Ana añadió que los menores de dos años no deben comer carne molida, ni en albóndiga ni en hamburguesa, porque se cocinan más rápido por fuera que por dentro, con lo cual muchas veces se impide que el fuego mate a la bacteria que está en la carne.
En la Argentina se registran alrededor de 400 casos anuales de esta enfermedad que es causada por la bacteria Escherichia coli. El 25% de los afectados con esta bacteria puede evolucionar hacia una insuficiencia renal crónica, y puede ser mortal en un 2% a un 6% de los casos.
Ana, que en Buenos Aires preside una ONG de familiares de chicos que padecen la enfermedad, le dijo a LA GACETA que Florencia tenía 5 años y medio cuando la atacó el síndrome y la puso al borde de la muerte.
Hoy, "Flopy" tiene siete, pesa apenas 21 kilos, y su dieta es estrictísima. "No puede hacer la vida de una nena normal, y su dieta debe ser baja en proteínas y sin sal", dijo la madre. "A Florencia -acotó- le quitaron el derecho a vivir una vida normal. No sabe lo que es un caramelo, un chupetín, un chizito o una gaseosa".