Entre el discurso de Evita y el caño de Tinelli

Entre el discurso de Evita y el caño de Tinelli

16 Octubre 2011
Las vibrantes palabras de Eva Perón marcaron el comienzo de una nueva era en la historia de las comunicaciones en nuestro país. El registro del multitudinario acto en conmemoración del sexto aniversario del "Día de la Lealtad" fue transmitido por LR3 Radio Belgrano TV (que después pasó a llamarse Canal 7); esta transmisión televisiva inició una impresionante modificación en las costumbres de la inmensa mayoría de las familias argentinas. En esos días, unos pocos aparatos reprodujeron las imágenes generadas desde el lugar en el que se llevaba a cabo la concentración popular; los receptores estaban instalados en bares y en negocios, y despertaban una lógica curiosidad entre los espectadores, que se agolpaban frente a las pantallas para disfrutar de la novedad tecnológica. Iba a pasar casi un mes para que el canal normalizara sus transmisiones y para que se emitiera el primer partido de fútbol a través de la pantalla.

Desde entonces, nuestra televisión ha irrumpido en los hogares y ha sido acusada de haber convertido el círculo familiar en un semicírculo alrededor del aparato; ha construido mitos, ha proyectado personas a la fama y ha condenado a otros al ostracismo. Tucumán se sumó al fenómeno en 1966, con la inauguración de Canal 10, y desde entonces participa en menor o mayor grado del fenómeno cultural más importante de la segunda mitad del siglo XX.

La posibilidad de que cada vez más gente tuviera acceso a los receptores, la expansión de los servicios de televisión por cable, la irrupción de las señales retransmitidas por satélite y, en los últimos tiempos, el lanzamiento de la televisión digital abierta han hecho que las pantallas estén presentes en la gran mayoría de los hogares del país.

Para tener en cuenta

A lo largo de estos 60 años, la televisión abierta en Argentina ha sido, fundamentalmente, la televisión porteña. Los productores de contenidos se encuentran casi exclusivamente en la capital federal del país, y los esfuerzos locales de decenas de emisoras provinciales no hacen otra cosa que poner de manifiesto la absoluta dependencia que existe hacia los canales asentados en Buenos Aires.

Este aniversario de la primera transmisión encuentra a nuestra televisión totalmente centralizada; es de esperar que iniciativas como la estructuración de los polos audiovisuales en todas las regiones del país, y la constitución del Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino permitan revertir una tendencia que no ha dejado de fortalecerse a lo largo de seis décadas.

La estructura actual de la televisión argentina no hace otra cosa que potenciar la popularidad de circos mediáticos como los que generan los programas de Marcelo Tinelli.

El permanente avance de la tecnología y las tendencias del consumo indican que la vinculación con las pantallas, lejos de debilitarse con el tiempo, se hará cada vez más intensa. Las transmisiones captadas por los teléfonos móviles y las programaciones interactivas seguirán incrementando el volumen de consumo de contenidos por parte del público. La digitalización de las señales y la licitación de nuevas frecuencias para la explotación comercial y no comercial abren un horizonte cada vez más potente en cuanto a oferta al alcance del televidente. Es de esperar que los contenidos que serán reproducidos en millones de pantallas en los próximos años consigan reflejar un país más integrado, más diverso y más federal.

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