"La guerrita"

"La guerrita"

La fantasía de uno de los guionistas de Tato Bores que estuvo a punto de convertirse en realidad

Hace cinco años, uno de los mejores guionistas que tuvo Tato Bores escribió "La guerrita", una muy divertida novela sobre las potenciales derivaciones bélicas del conflicto entre la Argentina y el Uruguay por la papelera finlandesa en Fray Bentos.

Para maximizar la ironía, Santiago Varela subtituló su libro "La novela rioplatense sobre una guerra idiota". Para profundizar la estupidez, colocó como narrador a un periodista de Miami, Diosdado Vargas, que venía a narrar el conflicto a sus lectores, que a la distancia no podían entender nada de nada... Como tampoco podrían haberlo hecho quienes hubiesen sido sus potenciales protagonistas si es que la ficción se hubiese vuelto realidad.

Varela identificó su libro con el género de la sátira, y lo llevó al extremo desde el comienzo, cuando sitúa el inicio de las confrontaciones con el secuestro por parte de un comando uruguayo del cuerpo de Carlos Gardel, en su reivindicación de que había nacido en Tacuarembó. La violenta reacción argentina a la afrenta tanguera lleva al Gobierno del Uruguay a invadir Punta del Este, en la convicción de que es un enclave porteño en el exterior, y toman por la fuerza la isla Martín García (pasa a llamarse Milton García).

Nadie sabe ni se pudo comprobar si Tabaré Vázquez leyó "La guerrita" y pensó que era un tratado militar serio, con hipótesis militares bajo estudio en Campo de Mayo. Lo grave no es la confusión de textos, sino el haber creído, en los comienzos de un siglo donde los Gobiernos latinoamericanos muestran un nivel de organización como nunca antes lo habían alcanzado, que era posible tener ejércitos batallando.

Por suerte para los pueblos y para la historia, los temores de Vázquez fueron infundados, y Vargas es sólo un cronista de mentira. Lo contrario hubiese sido confirmar en los hechos la frase de Osvaldo Bayer: "la realidad tiene aspectos de ficción que son insoportables". Que esta historia dé risa y no llanto es una buena salida. LA GACETA ©

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