La falta de comida y de agua obliga a elegir a qué hijo salvar

El drama de las familias que huyen de la hambruna.

CAMPAMENTO. La población infantil es la más castigada por la hambruna. REUTERS CAMPAMENTO. La población infantil es la más castigada por la hambruna. REUTERS
17 Agosto 2011
MADRID.- Los temores ante un posible brote epidémico de cólera en los campos de refugiados somalíes en la capital del país, Mogadiscio, aumentó debido a las pésimas condiciones sanitarias, la hambruna y la inseguridad existentes. "El número de casos es entre dos y tres veces mayor que el año pasado, por lo que podemos decir que tenemos una epidemia en marcha", señaló un portavoz de Salud Pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michel Yao. En el hospital el Banadir, se trataron un total de 4.272 casos de pacientes con diarrea, uno de los síntomas del cólera, provocando un total de 181 muertos. Los niños menores de cinco años, debilitados por la malnutrición, suponen cerca de tres cuartos de los casos.

Otro portavoz de la OMS, Tarek Jasarevic, explicó: "hay gran cantidad de asentamientos informales compuesto por desplazados internos que se alojan en refugios hechos a mano, con malas condiciones sanitarias y con un acceso limitado a agua potable", señaló. "Y existe una escasa capacidad de los operarios en estos asentamientos informales para proveer de servicios básicos, lo que se une a la gran cantidad de niños expuestos al cólera a causa de la malnutrición", agregó. Unas 100.000 personas huyeron de la hambruna y el conflicto en el país, estos desplazados se unen a los 370.000 que habían llegado con anterioridad.

Este drama se suma a otro, más trágico y doloroso. La falta de alimentos y la sequía se cobran cada vez más víctimas en Somalia y hasta obligan a los padres que huyen a pie de la hambruna a elegir qué hijos pueden salvarse y a cuáles abandonar en el camino.

Wardo Mohamud Yusuf caminó durante dos semanas con su hija de un año a la espalda. De la mano, llevaba a su hijo de cuatro años. Cerca del final del recorrido, el pequeño se desmayó. Yusuf trató de reanimarlo con la poca agua que le quedaba, pero el niño, inconsciente, ya no podía beber. La mujer de 29 años pidió ayuda a otras familias que seguían el mismo camino, pero ninguna se detuvo. Todos iban preocupados por su propia supervivencia, según relatos periodísticos. "Finalmente, decidí dejarlo atrás, en el camino y al amparo de Dios. Estoy segura de que él está vivo, me lo dice el corazón??, contó Yusuf días después, en un campamento de refugiados en Dadaab, Kenia. "Ahora vuelvo a experimentar el dolor de abandonar a mi hijo; me despierto por las noches y pienso en él. Siento terror cuando veo un niño de su edad??, añadió .

Cuando el hijo de tres años de Faqid Nur Elmi murió de hambre y sed en el camino desde Somalia, su madre sólo pudo cubrir su cadáver con ramas secas, a manera de tumba. No pudo detenerse a llorar. Tenía otros cinco hijos en quienes pensar. "¿De dónde iba a sacar las fuerzas para cavarle una tumba? Sólo pensaba en cómo podía salvar a los demás niños??, se preguntó.

John Kivelenge, un médico experto en salud mental del Comité Internacional de Rescate indicó que, en medio de las penurias extremas por las que pasan las madres y los padres somalíes, estas decisiones son una cuestión de supervivencia. (Télam-especial)

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