El manjar de los dioses americanos

El manjar de los dioses americanos

11 Agosto 2011
Los primeros vestigios aparecen en centros ceremoniales de los olmecas, que vivieron entre el 1500 y el 400 aC en las llanuras cercanas al Golfo de México. De su lengua nos ha quedado la palabra kakawa.

Cuenta la leyenda que el dios azteca Quetzalcoatl creó el paraíso, donde crecía todo tipo de plantas y frutos. Un día tuvo que alejarse de donde vivía con su esposa y confió a la princesa el cuidado del jardín. Sus enemigos la amenazaron y la torturaron para que revelase dónde se encontraba, pero ella no confesó y fue asesinada. Su sangre fertilizó la tierra donde cayó, y allí nació un árbol, el cacahuaquahitl.

Entre los aztecas, preparar el chocolate era un verdadero ritual: machacaban hasta hacer polvo las almendras de cacao y otras semillas más pequeñas (la molienda se hacía en tres fases para conseguir un refinado óptimo). Según las crónicas, con un pico vertían los polvos en vasijas, echaban agua y removían con cucharas de oro, plata o madera. Luego, pasaban la mezcla de una vasija a otra desde lo alto para conseguir espuma... ¡y se lo tomaban con la boca bien abierta para no dejar escapar nada!

Hoy, en los mercados callejeros mexicanos te venden unos bloques del tamaño de un puño hechos con granos de cacao tostado en casa, pelados a mano, molidos con un metate (trozo de piedra volcánica que se utiliza para moler), y sazonados con canela y azúcar. Se parece poco a lo que los occidentales conocemos como chocolate: no se derrite, es granulado y, aunque los cristales de azúcar hacen que cruja, no es demasiado dulce. Estas tabletas están pensadas para ser ralladas y luego disueltas en agua o leche hirviendo. La receta no es muy distinta de la que utilizaban en los siglos XVI y XVII.

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