De chico, preguntón y de joven, temeroso

De chico, preguntón y de joven, temeroso

La reflexión del filósofo Fernando Savater sobre la falta de participación de los alumnos en las aulas universitarias disparó un debate interesante

LA PARTICIPACIÓN, EN DEBATE. La inquietud de Savater sobre el cambio de los niños a estudiantes generó polémica. ¿Los docentes hablan y los universitarios sólo escuchan? Muchos no están de acuerdo con esta aseveración. LA GACETA / OSCAR FERRONATO LA PARTICIPACIÓN, EN DEBATE. La inquietud de Savater sobre el cambio de los niños a estudiantes generó polémica. ¿Los docentes hablan y los universitarios sólo escuchan? Muchos no están de acuerdo con esta aseveración. LA GACETA / OSCAR FERRONATO
30 Abril 2011
"Me gustan los niños y las escuelas porque en ese ámbito las preguntas no están dirigidas a causar impresión. Los chicos preguntan porque quieren saber, no porque desean causar un efecto en los demás. Y preguntan tanto que no dejan dar la clase. En cambio, el problema que tenemos en la Universidad es que nadie pregunta nunca nada. La verdadera pregunta es qué pasó entre el niño que preguntaba sin dejarte hablar, y el joven que te deja hablar y no pregunta nada". La frase pertenece al filósofo y escritor Fernando Savater, quien en una entrevista con LA GACETA, durante su visita al país, reflexionó sobre la libertad y la democracia y de las actitudes del ser humano, sobre todo de los niños y jóvenes ante la realidad.

La preocupación del filósofo se radicó en una pregunta: ¿qué pasó en ese niño que levantaba la mano y preguntaba, y no dejaba dictar clase, y el joven del secundario distante y callado, o sentado en un aula universitaria sin preguntar nada de nada. ¿No les interesa saber? ¿Han perdido la curiosidad? ¿La actitud es reflejo de una sociedad cada vez más superficial? ¿Los profesores no los estimulan?

Algunos docentes y alumnos tucumanos no están de acuerdo con las apreciaciones de Savater. La docente Gladys Fernández opinó que la mirada del filósofo es parcializada. "Creo que hay que focalizar la respuesta a estos interrogantes, en el sistema educativo y en los cambios que se están haciendo en las didácticas para lograr mejores resultados", dijo la profesora.

De acuerdo con un sondeo que hizo LA GACETA, se desprende que los adolescentes, por ejemplo, sienten temor a exponerse en público, y que los estudiantes universitarios se inhiben frente a aulas multitudinarias de 300 o más alumnos.

"A veces no preguntamos por temor al ridículo, pero no comparto eso de que los jóvenes hayamos perdido la curiosidad; es más, gracias a la tecnología, los estímulos son cada vez más diversos y convocantes", opinó Irene Janet Córdoba, estudiante de Filosofía.

"La falta de participación o curiosidad de la gente de mi edad se explica en el miedo a quedar expuestos, a que la gente nos juzgue por lo que pensamos y decimos. Creo que aún viviremos un tiempo más con estas mochilas", reflexionó Enrique Distaulo, alumno de Psicología. "En mi Facultad las clases son multitudinarias, hablo de 200 a 300 alumnos; eso puede inhibirnos, porque no resulta nada fácil que todos pregunten", dijo Iván Darío Echenique, estudiante de segundo año de Ingeniería.

La confianza

Para los que transitan el secundario, los motivos por los que no preguntan, no pasan por no entender una clase, sino por aburrimiento, aunque algunos demandaron la necesidad de un vínculo basado en la confianza, hasta ahora inexistente para ellos, con sus profesores. "Cuando los docentes son aburridos es imposible ser participativos. En la secundaria necesitamos que nos den confianza. Pero cuando el profe impone su autoridad sobre nosotros esa conexión es difícil", opinó Maricel, que cursa el 5º año de la secundaria.

"Me parece común que preguntemos más en la escuela primaria que en la secundaria. Tampoco considero que sea porque perdimos la curiosidad. Depende de la materia, el mayor o menor interés", disparó Daniel Horacio, de cuarto año.

"Siempre el profesor es el que manda. Creo que ellos perciben estas ondas y están tan a la defensiva como nosotros, por eso es tan complicado establecer una comunicación", sintetizó Melina, 3º año)

Florencia, de 4º grado de la primaria, contó que en su casa sus padres le inculcaron que ante la duda preguntara siempre. "Me dicen que nunca me quede callada", sostiene.

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