Por Alejandro Klappenbach - Periodista
Un famoso técnico de futbol decía: "lo mejor es tocar de primera. Hasta que apareció Maradona y los eludía a todos. Lo mejor, desde ese día, fue pasársela a Diego". El paso del tiempo suele modificar muchos conceptos en el ámbito deportivo. Y el uso continuado de la novedad la convierte, tiempo después, en algo habitual. Esta idea es algo que intento siempre tener en mi cabeza cuando me preguntan si algo está bien o mal, si se corresponde con lo que "dicen los libros".
Un rápido repaso a las posiciones de impacto de los tenistas a lo largo de la historia deja constancia de infinidad de cambios. La evolución en muchos casos es también revolución y rompe con ciertas pautas, avanza y derriba conceptos que parecen intocables. Así el revés a dos manos de Connors, rarísimo para la época, es mayoría entre los jugadores actuales del tour. Y, también, es el que más se enseña en las escuelas. ¿Es ortodoxo? Para eso falta; por ahora es práctico, sencillo, aplicable y efectivo.
Dolgopolov es un jugador que rompe el molde, que pega de manera inimitable. Le da resultados y mejora día a día. Desde este concepto, nadie puede discutir la validez de esas extrañas formas que lo convierten en un protagonista de categoría. Es cierto. Tanto como que ningún profesor, al menos por ahora, le dirá a sus alumnos: "péguenle así, como Dolgopolov".