Marca personal
El auditorio quedó casi vacío ni bien el tribunal ordenó el cuarto intermedio del mediodía. Pero ella se quedó. Ya desconfiaba del testigo Beltrán; sus preguntas habían sido tan incisivas como difusas las respuestas del oficial. Por eso, la fiscala Juana Prieto de Sólimo permaneció en la sala, mano a mano con el policía. Y la marca personal fue tan rigurosa que este no la pudo gambetear.

- ¿Qué está haciendo?-, preguntó sobresaltada Prieto de Sólimo cuando vio que Beltrán sacaba su celular del bolsillo.

- Estoy mirando la hora...-, contestó, sorprendido, el policía.

- Usted no puede hacer eso. ¿Cómo sabemos que no estaba enviando o recibiendo mensajes de texto?

- No hice nada-, repitió Beltrán. Pero, ante la insistencia de la fiscala, acabó entregándole su teléfono a uno de los policías de la guardia de Tribunales.

Minutos después, Prieto de Sólimo volvió a la carga: luego de pedirles a los jueces que ordenaran la detención del testigo, relató en público la escena. "Él estaba viendo mensajes de texto en su celular", aseveró. Al final, el tribunal ordenó el secuestro del aparato y la incomunicación temporal del policía. Y a Beltrán le quedó una certeza: esta fiscala no da una por perdida.

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