La cacería que inició EEUU contra Wikileaks, primero contra su director, Julian Assange, luego contra el hosting (servidores que alojan webs) y ahora contra los DNS (Sistema de Nombre de Dominios), usando todo su poderío y presionando a empresas y a gobiernos para acabar con la difusión de información que los perjudica, ha puesto a Washington en un punto de inflexión del que será difícil regresar. Sólo países como China o Cuba han tomado medidas restrictivas de ese calibre. Primero, la poderosa Amazon dejó de alojar a Wikileaks en sus servidores, aduciendo que la página recibía demasiados ataques de hackers y ponía en riesgo a medio millón de sitios alojados en esa empresa. Ataques dirigidos por el propio gobierno de EEUU, según Assange. Luego migraron el sitio a servidores de la francesa OVH y el gobierno de Nicolás Sarkozy no tardó en exigirle a la empresa que cesara de brindarle hosting a Wikileaks, negociación que seguía hasta anoche. EEUU presionó también a Everydns para que dejara de brindarle el servicio de DNS a ese sitio y ayer dejó de existir el dominio wikileaks.org. Assange pidió ayuda por Twitter y Wikileaks pasó a disponer -por ahora- de tres nuevos dominios, en Alemania, Finlandia y Holanda: wikileaks.de, wikileaks.fi y wikileaks.nl También se puede acceder a través de IPs directos: http://46.59.1.2 y http://213.251.145.96 o rastrear alternativas en http://wikileaks.info. Ahora pretenden que Google deje de buscar la palabra Wikileaks. ¿Imposible? La Casa Blanca ya demostró que no conoce límites.
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