A los 26 años recibió la peor noticia de su vida

"Vivir con VIH+ es como cargar siempre una piedra muy pesada mientras avanzás caminando", aseveró un joven infectado con ese virus.

APESADUMBRADO. Generalmente, la noticia de que se padece la enfermedad desencadena la angustia. ARCHIVO / LA GACETA APESADUMBRADO. Generalmente, la noticia de que se padece la enfermedad desencadena la angustia. ARCHIVO / LA GACETA
28 Noviembre 2010
Era una mañana primaveral en Tucumán. Pero después de escuchar a la señora del laboratorio decirle: "dio positivo", el invierno se apoderó de su alma. El cielo se quedó sin sol y la oscuridad le nubló el espíritu. No era para menos. Había recibido la peor noticia de su vida.

Aunque esconde la tristeza detrás de una sonrisa, los ojos de Mauricio reflejan vestigios de aquel paisaje marchito que cubrió su alma. Y más aún, cuando recuerda que "hace casi un año aproximadamente me hice los análisis".

"Jamás podré olvidar la voz de esa mujer repitiéndome como una gotera ese nefasto: ?dio positivo?. Inmediatamente, mi corazón comenzó a latir con mayor intensidad. Dejé de parpadear. Me levanté de la silla y me agarré la cabeza con ambas manos. Aunque me agité hasta la desesperación, mientras caminé de un lado a otro, por el reducido perímetro de esa dependencia, sólo deseaba -como nunca he deseado algo en mi vida- no estar presente en ese lugar, ni en ese momento, ni con esa señora y menos todavía con tamaña noticia", enfatizó el muchacho de 26 años.

Un murmullo a distancia
"Me senté en el piso sin dejar de agarrarme la cabeza -continuó relatando el joven-. La señora continuó hablándome, pero no le presté atención. Para mí sólo era como un murmullo a la distancia. Cuando la desesperación y un insoportable dolor de cabeza iban a descontrolarme, saqué fuerzas de flaqueza y me dije: ?¡basta!, tranquilizate?. Respiré profundo tres veces. Me levanté del piso y volví a sentarme en la silla. Y ahí si pude comenzar a escuchar a la mujer. ?Sé que no es una buena noticia, pero estamos mejor que hace 20 años atrás. Ahora con tratamiento, si lo necesitaras, podés tener una larga vida??, me repitió varias veces, tratando de alentarme".

Después de una profunda exhalación, Mauricio continuó su relato: "al salir de aquella oficina, esperé a un médico que me dio una charla. Afuera en la sala me esperaba mi mejor amiga, mi hermana del alma? con cara de no entender nada y de entender todo. Me senté a su lado, la miré y sin decirle nada, le dije todo. Tan sólo con una mirada? nos agarramos de la mano al mismo tiempo y temblando esperé ser atendido".

La resurrección
Dos semanas después, explicó nuestro interlocutor: "en el interior de su vehículo le entregué una carta a la persona que amo. También le aclaré que debía leerla una vez que me retirara. No pude decirle frente a frente tengo VIH porque el miedo me paralizaba. Temía que me rechazara, me odiara, me tratara mal. Y si así hubiese sido me habría destrozado. Ya que los análisis me los había hecho por amor; para tener relaciones sexuales sin preservativo en nuestra relación y no por un interés personal. Me sentía culpable, porque a raíz de mi estado iba a perderlo todo y no dispuesto a renunciar al amor que sentía. No obstante ello, le entregué el sobre y subí apresurado a mi departamento para que no me viera llorar, aunque en el fondo percibía que no me iba a dejar solo y le supliqué a Dios que no me odiara. No sólo regresó, también me aceptó, me contuvo y me apoyó. A los pocos días se hizo el análisis y resultó negativo. Aunque desde ese día que me dieron el positivo me volví vulnerable al rechazo y no podía dejar de pensar que los demás me rechazarían, me discriminarían y me apartarían de sus vidas".

Mauricio recalca que es muy importante que la sociedad se entere y se informe de que tener relaciones sexuales con una persona que vive con el virus del VIH no significa comenzar a vivir con el virus también, siempre y cuando se adopten las prevenciones necesarias para que ello no ocurra.

Mentira tras mentira
El muchacho de 26 años habló de su estado de ánimo durante los primeros meses. "Fue variable y complejo. En mi trabajo debía disimular cuando me sentía mal. Cada vez que lloraba mentía del mismo modo lo hacia ante mi familia: ?es un fuerte dolor de cabeza? o ?estoy triste por esto, por aquello, en fin...? Mentira tras mentira. Me volví una persona solitaria pero con el tiempo acepté mi realidad al comprender que a pesar de ser un contagiado de VIH también puedo ser una persona normal. Pero hasta entonces me castigué mucho a mí mismo. Porque me sentía sucio, enfermo, un asco, el peor que había en el mundo. También me martirizaba pensando que era el único que soportaba este padecimiento. No conocía a nadie más que a mi rostro que cada mañana observaba en el espejo, a veces con ojeras por llevar días sin dormir y otros, sin comer. Pero poco a poco reformulé ese sentimiento y comencé a reconciliarme conmigo".

"Aún ahora sigo con mi soledad a cuestas, aunque a veces me asusto. Creo que es una etapa donde debo reencontrarme y fortalecerme para caminar mañana más firme. Cada tanto lloro para desahogarme porque duele demasiado. Pero sé que pronto estaré mejor y de a poco volveré a ser ese chico de antes: simpático, sociable y divertido", aseveró.

Mauricio reveló que "sólo seis personas de mi entorno saben la verdad de mi vía crucis. Pero entre familiares y amigos, como es un tema muy delicado, lo mantengo en absoluta reserva. El VIH-sida es un tabú muy fuerte para la sociedad. Quiero abrirme al mundo pero no consigo hacerlo porque me rechazarán, me discriminarán e incluso hasta tal vez me traten mal".

"Aunque también creo que algunos me apoyarán y me tratarán como una persona más. Y eso es lo que realmente más deseo desde el día que le conté a mis familiares y amigos. No quiero que me tengan lástima", acotó.

"Sigo viviendo en pareja. Mi trabajo es un gran puente de distracción. Por suerte recibí más propuestas laborales que contribuyen a despejar mi mente y a salir adelante. Y a pesar del sufrimiento soy realista. Esto es cuestión de tiempo. Jamás pensé en suicidarme. Y aunque el VIH es una piedra muy pesada que debo cargar en mi camino seguiré avanzando, agradecido de los que me comprenden y comprendiendo a aquellos que no pueden comprenderme", dijo.

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