Una atrofia en los sentidos puede alterar la vida diaria

Una atrofia en los sentidos puede alterar la vida diaria

La edad puede afectar el olfato y el gusto.

24 Noviembre 2010
A menudo considerados como los "hermanos o primos menores" de la vista, tanto el sentido del tacto como el del gusto y el olfato cumplen un rol vital en el desarrollo de la vida diaria. Mientras el primero de ellos, desde el momento del nacimiento, posibilita la conexión con el medio externo, los otros tres abren el universo generando un abanico de sabores y sensaciones.

Pero, ¿qué ocurre cuando alguno o varios de estos sentidos están alterados?

En principio, tanto los olores como las sensaciones táctiles y los aromas están profundamente relacionados con las emociones, los recuerdos y lo espiritual.

De manera que al generarse alteraciones -ya sea por enfermedades previas o por situaciones puntuales como puede ser un traumatismo de cráneo- se genera un cambio en la forma de percibir el medio externo.

Por otro lado, en el caso del olfato por ejemplo, el hecho de padecer una alteración puede representar un riesgo: "Es que no se trata solamente de no poder distinguir el gusto de un caramelo -y apenas identificar, en algunos casos, que se está comiendo algo dulce- sino que las personas que han perdido su capacidad de oler no pueden percibir, por ejemplo, una fuga de gas y ponen en riesgo su vida". Así lo explicó la doctora Graciela Soler, médica otorrinolaringóloga del Hospital de Clínicas "José de San Martín" de Buenos Aires, y responsable del Grupo de Estudio de Olfato y Gusto (GEOG).

"Mucha gente, inclusive algunos de los que los padecen, desconocen que los trastornos del gusto y el olfato existen. También hay mucha confusión respecto a este tema porque hay personas que creen que tienen alterados ambos cuando en realidad la dificultad es sólo olfatoria, y de ella se deriva la gustativa."

Una cosa trae la otra

"Esto quiere decir que no se dan ambas cosas juntas, sino que una provoca la otra: cuando un paciente no puede oler, será imposible que identifique un gusto, que son cuatro: salado, dulce, amargo y agrio", agregó.

Después de los 60 años la presbiosmia (pérdida del olfato) y la presbigeusia (pérdida del gusto) se vuelven más frecuentes como consecuencia de la disminución de las neuronas respectivas; las inflamaciones e infecciones de la vía aérea superior, los traumatismos de tipo encéfalocraneano, los tratamientos de radioterapia localizados en la cabeza o el cuello, y la exposición a ciertos productos químicos.

Del mismo modo que el gusto y el olfato son fundamentales en la vida adulta, cuando ya los alimentos y los sabores empiezan a poder ser identificados, el sentido del tacto -técnicamente conocido como mecanorrecepción y el único que se desarrolla de manera intrauterina, es decir que está activo desde antes del nacimiento- es fundamental durante la etapa de desarrollo infantil. A través del tacto, el niño comienza a contactarse con la piel de su mamá y también con los artículos, situaciones y condiciones que lo rodean.

Sistema en marcha

De a poco entonces, refirió el doctor José Bueri, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral, "empieza a ponerse en marcha el sistema sensorial, en el marco del cual las terminales nerviosas localizadas en la piel y los nervios captan sensaciones que luego conducirán a determinadas áreas del cerebro relacionadas con la sensibilidad y ubicadas en los lóbulos parietales. Una vez ahí, el cerebro es el encargado de decodificar esa información para transformarla en sensaciones como pueden ser el dolor, la picazón o el ardor."

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