En la Feria de Frankfurt, la Argentina es un laberinto

En la Feria de Frankfurt, la Argentina es un laberinto

El stand argentino en la muestra librera exhibe las formas de una metáfora borgeana.

MODELO PARA ARMAR. El stand de Argentina en la Feria, de 2.500 m2. NA MODELO PARA ARMAR. El stand de Argentina en la Feria, de 2.500 m2. NA
07 Octubre 2010
FRANKFURT - ¿Qué tiene que ver una cabeza de dinosaurio con una chaqueta solar que carga el iPod? La respuesta es: Argentina. O al menos el multiforme pabellón que el país inauguró ayer como invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt.

Diseñado para reflejar la compleja mezcla de tradiciones que significa "ser argentino", el foro de 2.500 metros cuadrados es un laberinto -homenaje a Jorge Luis Borges, pero también a la convulsa historia del país- donde el visitante encuentra de todo.

Una enorme rayuela pintada en suelo en honor a la célebre novela de Julio Cortázar, un laberinto de espacios hexagonales con objetos y cartas de escritores, pero también un espacio de diseño (con la chaqueta solar), paneles en recuerdo a los escritores desaparecidos en la dictadura (1976-1983) o un enorme mapa argentino en el suelo sobre el que se proyectan paisajes.

Otro mural le servirá a Miguel Rep para pintar una historia literaria argentina en versión cómic.

"¡Está bien... si somos así!", dice Ana, una visitante argentina que se pasea por el mundo "de neblinas" (según explica el proyecto del pabellón) creado por largos paneles de tela colgados desde el techo.

Un alemán ha regresado por segunda vez en el día: "en el segundo recorrido encontré muchas cosas que no vi en el primero", explica. Es una de las ideas del diseño laberíntico y sin recorrido fijo ideado por sus creadores.

Menos satisfecha está Heike, una joven alemana que vivió 12 años en Argentina. "Me parece que hay demasiada Cristina", critica, aludiendo a las fotos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

"Además no aparecen en ningún lugar los problemas sociales del país y falta más variedad. Por ejemplo en música: no todo es tango".

Junto a la cabeza del dinosaurio aparece la cuentista Samanta Schweblin, uno de los 70 autores que trajo Argentina a Frankfurt, e integrante del "canon en español" que acaba de publicar la prestigiosa revista británica "Granta". "Me gusta, me gusta. Me pareció muy emocionante ver todos los libros traducidos", dice, señalando un espacio con la exhibición de las novedades argentinas en alemán.

En un espacio tan amplio y variado, por el contrario, es posible que el visitante no se tope en un primer recorrido con las figuras que Argentina eligió como sus íconos y que protagonizaron una de las polémicas más agrias en los preparativos de la muestra.

Carlos Gardel, Evita Perón, Ernesto "Che" Guevara y Diego Maradona (al igual que Borges y Cortázar, sumados al grupo después de las críticas que generó la primera selección) aparecen en las telas que cuelgan del techo en las esquinas del pabellón y tienen una vitrina especial cada uno, pero en ningún caso centran la exhibición.

¿Se decidió darles ese lugar para evitar más debate? "No hubo ninguna directiva en ese sentido", cuentan dpa dos integrantes del equipo en torno al arquitecto Atilio Pentimalli, que hizo el proyecto.

Desde el espacio de conferencias, entre tanto, llega la voz de la escritora y periodista Luisa Valenzuela recordando su último encuentro con Cortázar. Según Valenzuela, el escritor le dijo que quería escribir una novela que "había soñado" pero que no podía dilucidar, porque "no estaba escrita en letras, sino en figuras geométricas". El equipo de diseñadores esboza una sonrisa: a fin de cuentas, también el pabellón argentino es la novela de un país escrita en hexágonos. (DPA)

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