¿Se trata de una rebeldía social? ¿De un idealismo sustentado en el amor sin papeles? ¿Es tal vez una moda o una nueva forma de organización familiar? Quizás sea un poco de cada cosa. Lo cierto es que el matrimonio va perdiendo terreno en la conformación familiar. Amelia del Sueldo Padilla, presidenta de la sociedad científica de Sexología y Educación Sexual del Colegio Médico de Tucumán cree que hay distintos factores que motivan la convivencia informal. "El principal es una reacción que surge de la clase media en contra de los convencionalismos sociales marcados por la tradición", sostiene.
"La mayoría de las parejas que optan por una convivencia sin papeles son hijos o nietos de matrimonios poco felices, que por una cuestión de apariencias o por otras razones ajenas al amor se han mantenido unidas a lo largo del tiempo. Ellas sienten que este es un peso muy grande que no lo pueden soportar, por eso eligen romper con esa tradición", explica. "Por otro lado, están los eternos adolescentes que le temen al compromiso y los revolucionarios que dicen que no necesitan papeles para amarse toda la vida. Como se ve, son múltiples los factores que llevan a la elección de una unión fuera del matrimonio", explica la terapeuta de parejas y sexología.
Fantasmas
El temor al compromiso es una constante. "El miedo a que una vez formalizado se rompa el matrimonio, sabiendo que no lo van a sostener como lo hicieron sus padres, lleva a muchas parejas a tomar la convivencia como una prueba. Sin embargo, a pesar de que les va muy bien, como a modo de cábala, deciden no formalizar, diciendo que si les ha ido tan bien sin papeles ¿para qué cambiar? De esa forma tratan de aventar el fantasma del fracaso", observa.
La llegada de los hijos no siempre cambia la situación. El hecho de que la descendencia tenga legalmente los mismos derechos que la que nace dentro de la institución del matrimonio hace que nada cambie.
"Algunas parejas se casan pero otras no, porque los chicos ya no sufren cuestionamientos morales de parte de la sociedad si sus padres no están casados, como sucedía antes", añade.
A veces la decisión de vivir fuera de un matrimonio formal no es compartida por ambos miembros; así uno es el que se resiste mientras el otro acepta antes de perder el vínculo. "La novedad es que ya no es la mujer la que siempre quiere casarse, sino que está repartido. Esto se debe a la mayor igualdad que hay en la sociedad. Las mujeres ahora tienen iguales o mejores puestos de trabajo que los hombres, por lo que ya no dependen del varón para su sustento", remarca del Sueldo Padilla. En opinión de la especialista, lejos de pensar en la influencia de la llamada cultura light, cree, más bien, que la sociedad ha hecho ejercicio de un sinceramiento para dar más transparencia a sus relaciones, a fin de que el único punto de unión de las parejas sea el amor. "Ya no quieren saber nada con matrimonios arreglados, por conveniencia económica o social, que en el interior eran relaciones muertas. Ni tampoco con casamientos que se armaban para salvar el honor de la familia", asevera.