CUIDA EL ARCO "DECANO". Lucas Ischuk, que tuvo asistencia perfecta esta temporada, cree en los milagros.
La persecución comenzó hace semanas. El ida y vuelta, chicanas mediante, no surtía efecto. Lucas Ischuk atajaba cada proposición de entrevista a fondo como si fuera el último tiro de su vida. No había caso, el tipo era un muro de silencio a la hora del achique y la contra. Ese "no, gracias, después la hacemos" duró 13 fechas y media. Hasta que por fin se animó al palo por palo y abrió la puerta de su vida. Aquella que pocos conocen y de la que tampoco hablará tanto. El perfil bajo es su modo de vida. Total, lo de Lucas no es hablar, reír y llorar por radio o televisión, sino desangrarse en pos de evitar la ruina del arco de Atlético.
El "decano" está golpeado por los malos resultados. Por eso este guardián de los tres palos reniega. "Si estamos así es por culpa nuestra, de nadie más. No aprovechamos los momentos para ganar algunos partidos y ahora así estamos", le pone el pecho a la realidad. Lucas se olvida de los paños fríos y admite la situación. "Es la verdad, otra no hay", agrega el "ángel" albiceleste.
El destino del golero nunca se hubiese conectado con el de Atlético si no colgaba los guantes. "Desde el 98 al 2002 hice las inferiores en River, después quedé libre y pasé a Colón en 2003. Pero ese mismo año dejé el fútbol. Me iba a dedicar a estudiar", recuerda Ischuk que, con 23 años a cuestas, vivía dentro de un agujero negro sin salida. "Tuve problemas con mi pase, que era de un club de mi pueblo (Santa Isabel)". Entonces se le dio por lo libros, aunque también atajaba por hobby en Rivadavia, de Venado Tuerto, donde se consagró campeón del Torneo del Interior y ascendió al Argentino "B".
La llama del fútbol profesional cobraba vida nuevamente. "En 2005 me compró Real Arroyo Seco. Estuve dos años ahí y logré el ascenso al Argentino "A". Después, la historia es conocida: fiché para Atlético y acá estoy", dicen exultante, aunque a la vez demuestra su timidez. Lo suyo no son las notas, reniega el arquero récord de Atlético, que hoy cumplirá 70 partidos consecutivos como guardián de las costas "decanas", las que cuidó en 37 cotejos en la "B" Nacional y en 33 en la "A". "¿Tantos son, seguro?", se pregunta Lucas.
Cuando los clubes marchan en picada y las derrotas pasan a ser el común denominador, el primero en caer es el técnico. El segundo, el arquero. "Por lo general es así. Cuando los resultados no acompañan el arquero es el más apuntado", asegura Ischuk, aunque no es su caso. Los de 25 y Chile vienen demasiado desviados del camino ideal, pero él se mantiene. "Uno trata de sobrevivir, de trabajar duro durante la semana y de hacer las cosas lo mejor posible", comentó.
El santafesino confía en la posibilidad de consumar un milagro, algo difícil pero esperado por el plantel albiceleste. "Si le ganamos a River, te aseguro, todo va a cambiar. Puede que sea nuestro envión anímico", se ilusiona el número uno. Y agrega: "sólo pido llegar con chances a las dos últimas fechas del torneo. Confío en que vamos a poder. Ojalá que Atlético se quede en Primera", se frota los guantes "San Lucas", que saluda y se escapa. Misión cumplida.
El "decano" está golpeado por los malos resultados. Por eso este guardián de los tres palos reniega. "Si estamos así es por culpa nuestra, de nadie más. No aprovechamos los momentos para ganar algunos partidos y ahora así estamos", le pone el pecho a la realidad. Lucas se olvida de los paños fríos y admite la situación. "Es la verdad, otra no hay", agrega el "ángel" albiceleste.
El destino del golero nunca se hubiese conectado con el de Atlético si no colgaba los guantes. "Desde el 98 al 2002 hice las inferiores en River, después quedé libre y pasé a Colón en 2003. Pero ese mismo año dejé el fútbol. Me iba a dedicar a estudiar", recuerda Ischuk que, con 23 años a cuestas, vivía dentro de un agujero negro sin salida. "Tuve problemas con mi pase, que era de un club de mi pueblo (Santa Isabel)". Entonces se le dio por lo libros, aunque también atajaba por hobby en Rivadavia, de Venado Tuerto, donde se consagró campeón del Torneo del Interior y ascendió al Argentino "B".
La llama del fútbol profesional cobraba vida nuevamente. "En 2005 me compró Real Arroyo Seco. Estuve dos años ahí y logré el ascenso al Argentino "A". Después, la historia es conocida: fiché para Atlético y acá estoy", dicen exultante, aunque a la vez demuestra su timidez. Lo suyo no son las notas, reniega el arquero récord de Atlético, que hoy cumplirá 70 partidos consecutivos como guardián de las costas "decanas", las que cuidó en 37 cotejos en la "B" Nacional y en 33 en la "A". "¿Tantos son, seguro?", se pregunta Lucas.
Cuando los clubes marchan en picada y las derrotas pasan a ser el común denominador, el primero en caer es el técnico. El segundo, el arquero. "Por lo general es así. Cuando los resultados no acompañan el arquero es el más apuntado", asegura Ischuk, aunque no es su caso. Los de 25 y Chile vienen demasiado desviados del camino ideal, pero él se mantiene. "Uno trata de sobrevivir, de trabajar duro durante la semana y de hacer las cosas lo mejor posible", comentó.
El santafesino confía en la posibilidad de consumar un milagro, algo difícil pero esperado por el plantel albiceleste. "Si le ganamos a River, te aseguro, todo va a cambiar. Puede que sea nuestro envión anímico", se ilusiona el número uno. Y agrega: "sólo pido llegar con chances a las dos últimas fechas del torneo. Confío en que vamos a poder. Ojalá que Atlético se quede en Primera", se frota los guantes "San Lucas", que saluda y se escapa. Misión cumplida.
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