"Sin sumisión a la ley no hay patria ni libertad"

"Sin sumisión a la ley no hay patria ni libertad"

28 Marzo 2010
En 1853, meses después de la sanción de la Constitución nacional, algunos hombres ya alertaban sobre lo difícil que sería que los argentinos se apegaran a las normas previstas por aquella. Esto lo demuestra el famoso sermón pronunciado por Fray Mamerto Esquiú en la Iglesia Matriz de Catamarca el 9 de julio de ese año.

En una homilía que parece concebida para la actualidad, el sacerdote advertía: "el inmenso don de la Constitución hecho a nosotros no sería más que el guante tirado a la arena si no hay en lo sucecivo inmovilidad y sumisión: inmovilidad por parte de ella y sumisión por parte de nosotros".

Luego, el denominado orador de la Constitución, como lo calificó un decreto del Poder Ejecutivo Nacional de mayo de 1854, proseguía: "si la ley (por la Constitución) cede a nuestros embates, si no es un baluarte inmoble, la sociedad pierde terreno, el interés individual adelante, y ya sabéis que, ensanchándose hasta cierto grado, entramos en nuestra liza, ya es nuestro campo de anarquía y de sangre".

Por eso, Esquiú terminaba con un ardoroso y emocionante llamado cívico: "¡obedeced, señores! Sin sumisión, no hay ley; sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males de los que Dios libre eternamente a la República Argentina".

Comentarios