Los chicos jugaron a ser constitucionalistas

Los chicos jugaron a ser constitucionalistas

Alumnos de cuarto año destacan la importancia del principio de igualdad ante la ley. ¿Qué pasa con los superpoderes? El valor de conocer la Carta Magna.

COMPROMISO. Los adolescentes están convencidos de que el texto constitucional debe ser más difundido y conocido.  LA GACETA / ENRIQUE GALINDEZ COMPROMISO. Los adolescentes están convencidos de que el texto constitucional debe ser más difundido y conocido. LA GACETA / ENRIQUE GALINDEZ
28 Marzo 2010
Con esa sinceridad lapidaria, propia de quien tiene apenas 14 años, Roberto Tagashira reconoce: "no muchos conocen la Constitución ni saben para qué sirve. Es más: creen que es un libro grande y luego, cuando la ven, se sorprenden porque advierten que no contiene tantos artículos".

Al igual que Roberto, Gerardo van Mameren y Nicolás Gabriel cursan cuarto año en el Gymnasium de la UNT. Los tres admiten que de la Constitución les enseñaron -sobre todo durante la primaria- lo básico. "La división de poderes y los derechos de los ciudadanos", precisa Nicolás. "El procedimiento para la sanción de las leyes", añade Gerardo.

No obstante, la pregunta acerca de cuáles disposiciones constitucionales les llamaban la atención parece animarlos. Así, balbucean referencias a que está prohibida la esclavitud (artículo 15) y destacan la igualdad ante la ley (artículo 16). Roberto, otra vez, se sincera. "A mí no me gustaba el artículo 2 (establece que el Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano), porque el Estado no tiene que tener religión", argumenta.

Más interés les causa cuando, durante la charla con LA GACETA, surge que el artículo 29 de la Constitución fue diseñado para impedir que, tanto en el orden nacional como en el provincial, el Poder Legislativo le concediera al Ejecutivo facultades extraordinarias o la suma del poder público. Rápidamente conectan las previsiones de esta norma con situaciones actuales. Con entusiasmo evidente y hasta levantando la voz, Gerardo pregunta: "¿habría que considerar así a los superpoderes?".

Reflexiones similares depara un comentario sobre el artículo 36, fruto de la reforma de 1994, en la medida en que estatuye que la Constitución no pierde su imperio aun cuando, en la hipótesis de un golpe de Estado, se interrumpiera su observancia y que quienes se sublevaran contra el orden institucional serán considerados infames traidores a la patria. "Dudo que esto se respete si viene un golpe", murmura con escepticismo Nicolás. Pero inmediatamente él mismo y Gerardo subrayan: "lo importante es que ya está establecida la pena que les corresponderá".

La frivolidad de la tele
Inti Alejandro Jeger (15 años) asiste al cuarto año de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de la UNT. También está convencido de que falta conciencia constitucional. "Yo me interesé leyendo un artículo de la revista Caras y Caretas (la dirige el historiador Felipe Pigna), que decía que los argentinos tenemos derecho a ejercer una religión o no, a transitar libremente las calles, a ejercer el comercio, etcétera. Yo también destacaría que no hay que discriminar a nadie", esgrime.

En el mismo tono, Inti lamenta: "la televisión no brinda mucha información sobre la Constitución; sólo se preocupa por mostrar las peleas entre los poderes (del Estado), las novelas de la siesta y la farándula. Y los jóvenes están más preocupados por la música, por zafar (sic) de las materias y por cómo se visten. No saben cuáles son sus derechos y obligaciones".

Al principio, Magdalena Petraglia y Sofía Homet, alumnas de quinto año del Colegio Suizo, estaban preocupadas porque pensaban que LA GACETA las había convocado para tomarles un examen sobre la Constitución. "A algunos artículos nos lo hacían estudiar de memoria cuando íbamos a quinto grado y no sé si a esa edad estábamos preparadas para asimilarlos o si nos interesaba el tema. Después, de eso no queda mucho", repiten casi conjuntamente.

Pese a la preocupación inicial, luego demuestran que saben que hay tres clases o generaciones de derecho reconocidas por la Constitución, y ponen especial énfasis en los artículos 1 y en el 14 bis (garantías asociadas al trabajo y a la seguridad social). Las adolescentes, que apenas tenían un año cuando se concretó la reforma constitucional de 1994, no tienen dudas: "si todos conociéramos mejor la Constitución sabríamos cómo defendernos, qué es lo que nos corresponde, qué debemos hacer, qué podemos esperar de quienes gobiernan, o cómo saber si ellos lo están haciendo mal o si hay algo que se les pueda demandar".

Los niños están bien protegidos
- Desde 1994, la Convención sobre los Derechos del Niño goza de jerarquía constitucional. Ella, en relación con todo menor de 18 años, reconoce -entre otros- estos derechos:
- A la educación y a que pueda ejercer este derecho en condiciones de igualdad de oportunidades.
- Al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad, y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.
- A estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de todo trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.


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