Entre la espada y el escudo

Entre la espada y el escudo

Análisis. Por Luis María Ruiz - Redacción LA GACETA.

En la arena de los juicios orales, los contendientes tienen diferentes armas. Algunos, "empuñan" la palabra como una filosa espada; otros se aferran al silencio como un escudo protector.
Las estrategias de las dos defensas quedaron claras desde el comienzo. La verborragia de Luis Fernández fastidió en más de una ocasión al tribunal. Pero en cada intervención, el ex remisero tuvo la oportunidad de exponer un sólido discurso. Aunque no era su deber, se esforzó por probar su inocencia a lo largo de las 13 jornadas. Si fue sincero o falaz, hoy es una anécdota. La realidad es su absolución.
En cambio, las condenadas Susana Acosta y Nélida Fernández apostaron por un pactado mutismo. Y cuando lo rompieron jamás se refirieron al 31 de julio de 2006. Es su innegable derecho. Pero, evidentemente, hablar de sus curriculas y de sus creencias religiosas no les sirvió para defenderse.
A último momento, Liliana Argañaraz les rogó que le dijeran dónde está su hermana. Tampoco contestaron.
Se marcharon esposadas y derrotadas del recinto. Sus rostros adustos denotaban confianza. Quizás aún no se percataron de que el escudo del silencio fue estéril a la hora del veredicto.

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