BUENOS AIRES.- Algo está claro: River sigue en la encrucijada. Más allá de la consistencia que empezó a adquirir el equipo desde que metió mano Leonardo Astrada, no puede hablarse todavía de una recuperación cierta. Las pruebas están a la vista, porque sin ser la maravilla de épocas no tan lejanas, Lanús se llevó los tres puntos del Monumental.
La diferencia la marcó Maxi Velázquez con un misil que se incrustó lejos de la volada de Vega. Después, el respeto por un libreto, y el ordenado trabajo de los volantes y defensores le sirvieron al "granate" para sostener un resultado que casi no estuvo en peligro. Y cuando River encontró un poquito de profundidad, ahí estuvo Marchesín.
Fue el séptimo partido consecutivo de Lanús sin sufrir una derrota, y el triunfo significó un paso sustancial en su carrera para clasificarse a la Libertadores 2010.
¿Qué puede rescatarse de River? Muy poco. Durante los primeros 30' exhibió algunos movimientos interesantes, pero el gol de Velázquez lo desarmó. De repente se esfumaron los quites de Almeyda, las subidas de Ferrari y las combinaciones Gallardo-Buonanotte.
En desventaja y presionado por su gente, el "millonario" arrancó el complemento con la iniciativa. "Movete, River movete, movete dejá de joder, que esta hinchada está loca, hoy no podemos perder", cantaba la barra bajo la lluvia. Pero no hubo caso.
Lanús, sin hacer demasiado, aprovechó para acercarse al arco defendido por Vega y contó con chances de aumentar la ventaja. Lo impidió un par de atajadas del arquero y la falta de puntería de los atacantes.
Repasemos: a los 2 minutos, Quintana pudo poner el segundo, pero una oportuna intervención de Vega lo frustró. El arquero volvió a decir presente a los 28', cuando le sacó el gol a Blanco, y a los 30' fue el palo izquierdo el que evitó un nuevo tanto de Lanús, luego de un cabezazo del brasileño Viera. Por el lado del anfitrión, Gallardo probó de media distancia y Marchesin manoteó al córner.
Lanús ganó sin sobrarle nada, pero contó con una gran virtud: saber aprovechar las facilidades que le dio este River que, al menos ayer, volvió a parecerse al River de antes. (Especial-DyN)
Análisis
El hombre antes que todoPor
Guillermo Monti - Prosecretario de Redacción.
Síndrome depresivo impulsivo. Así se llama la cruz con la que carga Ariel Ortega. Su adicción al alcohol no hace más que potenciar y agravar el cuadro clínico. La contención profesional es prioritaria para rescatar al jujeño; su entorno familiar -necesariamente- debe contribuir al éxito del tratamiento. Es una situación delicada por donde se la mire. En nada ayuda la sempiterna especulación periodística: ¿juega? ¿No juega? ¿Se concentró? ¿Va a la Selección? ¿Renovó el contrato? ¿Se retira? Para ponerlo en claro: hoy, eso no tiene la menor importancia. Hay un hombre al que cuidar.