Juan de Dios Velaztiqui fue condenado a la máxima pena de prisión, 25 años, por haber perpetrado la llamada Masacre de Floresta

El tribunal consideró probado que el acusado cometió el triple homicidio calificado con el agravante de la "alevosía"

10 Marzo 2003
BUENOS AIRES.- El policía retirado Juan de Dios Velaztiqui fue condenado hoy a la máxima pena de prisión, 25 años, por haber perpetrado la llamada Masacre de Floresta el 29 de diciembre de 2001.
El tribunal oral en lo criminal número 13 asestó la condena de reclusión perpetua a Velaztiqui al considerar probado que el suboficial de la Policía Federal cometió el triple homicidio calificado con el agravante de la "alevosía".
De modo que Velaztiqui, de 63 años, debe pasar el próximo cuatro de siglo en la cárcel aunque dentro de siete años, cuando cumpla 70, estará en condiciones de solicitar el beneficio de la prisión domiciliaria que hay para los septuagenarios.
La lectura de la parte resolutiva de la sentencia transcurrió, entre las 13.30 y 13.45, con Velaztiqui mirando al suelo y sin inmutarse, mientras los familiares irrumpían en llantos y emocionados se abrazaban entre ellos.
En tanto a las puertas del tribunal, ubicado en la calle porteña Lavalle 1146, los amigos y vecinos del trío de víctimas celebraron con cánticos y marchitas la sentencia condenatoria.Los fundamentos de la sentencia dictada por los jueces Oscar Rawson Paz, Rodolfo Urtubey y Pedro Aquino, se darán a conocer en la secretaría del tribunal durante los próximos días, agregaron fuentes judiciales.
Por la mañana, Velaztiqui había hecho uso del derecho a las últimas palabras y, en un inento de sortear la máxima condena, aseguró que no actuó con "alevosía" cuando mató a tres jóvenes en la llamada Masacre de Floresta.
El suboficial también pidió perdón a "Dios, mi familia, la Policía Federal y cada hombre y mujer de esta tierra", en supuesta referencia a las familias de sus víctimas: Maximiliano Tasca (25), Cristian Gómez (25) y Adrián Matassa (23).
Entonces, los familiares de las víctimas reaccionaron indignados y al salir de la sala de audiencias, en medio de lágrimas, calificaron a Velaztiqui de "hipócrita", "monstruo" y "asesino".
"Nos hubiera hecho un favor si se callaba la boca. Dijo la letra que le da el defensor para tratar de evitar la segura condena", dijo Silvia Irigaray, madre de Tasca.
Velaztiqui ha sido condenado por el triple homicidio que cometió 29 de diciembre de 2001 en el máxikiosco de una estación de servicio en que prestaba servicios de custodia, ubicada en el cruce de Gaona y Bahía Blanca, de esta capital.
La sentencia vino a confirmar lo pedido por el fiscal Julio César Castro y los representantes de las víctimas, quienes habían reclamado reclusión perpetua por el delito de "homicidio calificado por la alevosía".
En cambio, el defensor oficial Mariano Maciel había solicitaod la absolución de su pupilo por "ininmputabilidad", al considerar que habría actuado sin conciencia de la criminalidad de sus actos.
Y propuso que, en caso de que no sea considerada esa alternativa, se contemple el atenuante de "emoción violenta".La razón de esa posición era que la noche de los hechos los tres jóvenes, junto con Enrique Díaz, un amigo que salvó su vida milagrosamente, bebían cerveza mientras veían en televisión los incidentes en Plaza de Mayo, donde varios manifestantes golpeaban a un policía.
Al ver las imágenes, Tasca, dijo "está bien, ya era hora que le pegaran a uno de ellos", al que siguió un comentario en el mismo tono, sin advertir la presencia del vigilador.
Velaztiqui, se levantó de su silla, dijo "basta" y le disparó en la cabeza y por la espalda a Tasca, posteriormente abrió fuego contra Gómez a quien le pegó dos tiros y luego baleó en el abdomen a Matassa.
El acusado arrastró el cuerpo de dos de los jóvenes hasta la calle, para luego llamar a la comisaría 43, con jurisdicción en la zona, y simular que había habido un enfrentamiento con tres delincuentes que pretendían robar en la estación de servicio, aunque de todos modos, Velaztiqui fue detenido.
Sin embargo, los testimonios posteriores -entre ellos los de Díaz, Sandra Bravo, la empleada del maxiquiosco que conocía a los chicos y otros parroquianos- dieron otra versión de los hechos.
En su alegato, el fiscal Castro solicitó también que se investigue al personal policial que participó del procedimiento de detención al sostener que habrían armado el escenario y pidió que se acuse al imputado por tentativa de homicidio en perjuicio de Díaz. (DyN)

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