El Tucumán colonial, y después

El Tucumán colonial, y después

09 Julio 2009
 La educación y las elites
"La educación, en 1800, está en manos de los religiosos. Recién a partir de los gobiernos revolucionarios se va a intentar una educación menos confesional. Con Alejandro Heredia ingresa el sistema Lancaster a Tucumán. Y hay un punto interesante a destacar en algunos tucumanos. Cuando las reformas rivadavianas, en la década de 1820, crean la Universidad de Buenos Aires, a la que van algunos hijos de la elite tucumana, entre ellos Alberdi y Marcos Paz. Así, las ideas de Buenos Aires van prendiendo en el interior  a través de los hijos de las elites". (Cristina López, investigadora del Conicet y docente UNT ).

El paisaje urbano

En la ciudad colonial, el paisaje urbano estaba dominado por las parroquias. En San Miguel de Tucumán en 1816 había cinco parroquias: la de la Iglesia Matriz, De San Francisco de Santo Domingo, de Nuestra Señora de la Merced y de Nuestro Señor de la Paciencia. Esta última está lejos de la plaza, sobre la calle de ronda, y se lo conoció como el "cementerio de los pobres". (Fuente: Museo Casa de la Independencia).

Las fiestas
Una característica del período revolucionario es la irrupción de las fiestas cívicas. Se imponen de inmediato. Y no sólo se trata del festejo, sino de las simbologías que allí se ponen en juego y en escena.  Las fiestas se convierten en un hecho participativo de toda la población, y van acompañadas por el Tedeum, por la misa y por la procesión, lo que muestra la matriz religiosa de la población, destacó Cristina López.

Vida interior
Las actividades diarias de la población se desarrollaban en el interior de las casas de los vecinos, que tenían paredes de adobe con pocas aberturas al exterior. En el interior tenían patios sucesivos, con árboles frutales y animales de granja. Allí se desarrollaban muchas de las actividades cotidianas de las mujeres, las criadas y los esclavos. La mayoría de las tareas artesanales eran realizadas en unidades domésticas de producción.

La Casa, después
Tras el traslado del Congreso a Buenos Aires, la casa  de la Independencia continuó alquilada para que funcionara allí la imprenta del Ejército. Poco después, la familia la ocupó nuevamente, y alquiló los locales del frente. En 1839, la casa pasó a ser propiedad de una nieta de Francisca Bazán y Nicolás Laguna, Carmen. En la década de 1840 se hicieron reformas en la casa. (Fuente: Museo Casa de la Independencia)

Los márgenes
En las afueras de la ciudad se ubicaban las viviendas más humildes de la plebe, con espacios más reducidos, sin esclavos, donde los grupos eran más abigarrados y menos diferenciados. La vida cotidiana de la plebe era más visible en las calles, en los baldíos, en la plaza y en los márgenes de la ciudad. La liturgia, la devoción religiosa, el temor a Dios, la fe, teñían todos los espacios de relación y vida cotidiana.

El pueblo
Cuentan las distintas fuentes que recrean la gesta de Julio, que el 9, que fue un día soleado, mucha gente se agolpó en las ventanas del frente de la Casa y en el patio ubicado al costado del salón  de las deliberaciones. Las mismas fuentes señalan que cuando los congresales terminaron de leer la declaración de Independencia política, hubo gritos y abrazos entre los congresales y festejos en la calle.  

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