Una postulante con tres amores: su familia, la pintura y la política

Una postulante con tres amores: su familia, la pintura y la política

Delia Pinchetti de Sierra Morales. Candidata a diputada nacional por Unión PRO-Federal. En el histórico desempate de Cobos, en 2008, la senadora dijo que se vivía un clima de histeria colectiva en los pasillos del Congreso.

DETRAS DE LA ESCENA. Para la entrevista llegó al edificio de LA GACETA en compañía de un colaborador. Fue puntual y, en lugar de café, prefirió agua sin gas. La charla duró casi una hora y media. DETRAS DE LA ESCENA. Para la entrevista llegó al edificio de LA GACETA en compañía de un colaborador. Fue puntual y, en lugar de café, prefirió agua sin gas. La charla duró casi una hora y media.
23 Junio 2009
OCUPACION: se recibió de maestra, como su madre y su abuela. Enseñó durante una década hasta que nació su primer hijo.
FAMILIA: está casada con el legislador Armando Sierra Morales. Tiene tres hijos varones. Se define como escorpiana absoluta.


Al principio no quería saber nada con la política. A mediados de 1997, cuando su esposo Armando Sierra Morales era legislador por Fuerza Republicana, le ofrecieron la candidatura a senadora nacional, pero ella se negaba. Por su negativa, incluso, le quitaron el saludo y algunos dirigentes ni siquiera le hablaban. En aquel entonces, Delia Pinchetti de Sierra Morales, era una mujer dedicada a una fundación que se ocupaba de rescatar a los niños de la calle en el sur tucumano. "Veía que la política tenía códigos que yo no compartía, que había mucha pelea comarcana, pero después aprendí que cada uno va por la vida con su manera de ser, con sus valores", dijo. Una semana después aceptó la postulación y desde ahí no paró más en la actividad política.
La primera vez que ingresó al Congreso de la Nación quedó atónita no sólo por el imponente salón, sino porque era consciente de que allí se deciden los destinos del país. "Me costó mucho entender el circuito administrativo interno. Recuerdo que Ricardo Bussi se reía de mí diciendo ’Momy sigue perdida’. Todo el movimiento del Congreso es como cuando alguien entra a una empresa y le presentan desde el portero hasta el gerente", compara.
Tras la ceremonia de juramento, su esposo y sus tres hijos volvieron a Tucumán. Ella quedó sola en Buenos Aires. Ese proceso fue traumático -admite-. Se sentía lejos de sus hijos. Estaba angustiada y al primero que llamó por teléfono fue a su marido. "Todo era una emoción nueva, era un mundo que no conocía, con otro ritmo, salía de mi casa los martes y volvía los jueves a la tarde. Tenía que manejar mi familia por teléfono. Gracias a Dios, en el interior todavía se mantiene esa tradición de contar con una empleada de toda la vida. Sin mi Martita no sé que haría", confiesa.
Antes de llegar al Congreso, "Momy" como le llaman sus familiares y amigos, era una madre que se ocupaba de sus hijos y que los fines de semana dedicaba tiempo a una de sus mayores pasiones: la pintura. "A los dos años de vida, dibujaba todo el tiempo -relata-; vivíamos en la casa de mis abuelos maternos, que tenía una galería enorme de pisos rojos. Después de que lavaban el piso, me sentaba a dibujar. Mojaba una tiza y a esa edad dibujaba cigüeñas, porque mi madre estaba embarazada", afirma.
Buscó perfeccionar sus trabajos y tomó clases con el pintor concepcionense Nilo González. "Nilo -dice- usaba una paleta muy baja, es decir con tonos muy grises, a lo mejor porque es introvertido, pero yo quería colores más vivos. Una vez, Nilo se enfermó y faltó a dos o tres clases. En ese momento empecé a pintar con tonos amarillos y rojos y cuando regresó me dijo que iba muy bien. Me solté y elegí mis colores", relató.
Las paredes de su casa están decoradas con sus obras, que se caracterizan por la naturaleza muerta -dice-. "Lo mío es lo figurativo. A mi hijo menor le gusta lo abstracto y me pide que pinte algo así, pero no puedo. Tengo que ir a la materia para estudiarla y sacarle lo mejor que puedo a una flor, un zapallo o una manzana", dice.
A pesar de su corta carrera política, "Momy" ya conoce el Congreso, porque fue senadora nacional, diputada nacional y actualmente ocupa -por segunda vez- una banca de senadora nacional. Ella estuvo en el recinto la madrugada del desempate del vicepresidente Julio Cleto Cobos. "El desempate lo pudimos construir durante un mes antes de llegar a la sesión. Hablamos con cada uno de los senadores, pero nos faltaban dos votos. Emilio Rached (Santiago del Estero) entraba y salía sin decir nada y Carlos Menem estaba enfermo, pero había prometido que aunque fuera en ambulancia iba a votar", precisó.
Pinchetti pertenece a una familia ligada al campo. Su esposo y sus hijos son productores agropecuarios. "Antes de la votación, reclamábamos la presencia de Cobos, pero no aparecía en el recinto. Sabíamos que habían desembarcado funcionarios del Ministerio del Interior y de la Jefatura de Gabinete que lo tenían en una oficina. Hacía frío, pero todos estábamos transpirando y al borde de los nervios. Si alguien se levantaba de su banca, todo el mundo desconfiaba. Había que controlar todo. Nos llegaban mensajes de texto sobre rumores de cambio de parecer de algunos senadores que nos habían prometido su rechazo a la ley de las retenciones. Se vivía un clima de histeria colectiva. Cuando entró Cobos, empezó su discurso y no terminaba de definir su postura. Estábamos con el corazón en la garganta y cuando dio su voto no positivo fue una alegría tan profunda. A esa hora mi teléfono había colapsado", detalla.
Ahora, con experiencia en ambas Cámaras del Congreso nacional, "Momy" se aferra a la política como la pintura a la tela y va en busca de un nuevo escaño.

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