La exaltación de lo sensorial

La exaltación de lo sensorial

Por Arturo Gómez López - Psicólogo clínico

14 Abril 2009

El concepto y las prácticas asociadas con el placer han cambiado y cada vez lo hacen más rápidamente. La exaltación de todo lo que sea sensorial hoy es vivida e interpretada como muy placentera y, en realidad, en muchos casos, se pone en alto riesgo la salud, tanto psíquica como física de la persona: sólo son placenteras la música, cuando se escucha a volúmenes que pueden dañar el oído; la bebida, si es abundante e impregnada en alcohol etílico y el baile, si la música es fuerte y con bebida; del mismo modo, cantar es divertido cuando es con karaoke, en grupo, fuerte y embriagados... y obviamente, la sexualidad no está exenta de estos modos intensos.
El aumento del uso de viagra, en circunstancias de iniciación sexual, puede estar asociado a la necesidad de controlar químicamente sentimientos de inseguridad, que podrían afectar la calidad de la erección (por tratarse de una situación nueva) pero también es posible que se deba a esta concepción nueva del placer, que incluye el placer sexual. En este marco, el viagra es un componente más de una mezcla que permite vivir lo sensorial a un nivel más intenso (viagra más alcohol, más música, más estímulos visuales da una sensación de placer potenciada).
Hay muchas conductas que se “ponen de moda” (fumar, beber, drogarse, pelear, ‘tunear’ autos) que vistas por separado parecen no ser tan traumáticas, pero que “mezcladas” generan un cóctel de gran peligrosidad para la salud física, mental y moral de las personas.
Creo que hay que informar, y mucho, pero fundamentalmente hay que educar. Esto es, lograr que el concepto se internalice de un modo tal que genere un valor y se modifique la conducta de riesgo. Existe la posibilidad de que estemos frente a generaciones de chicos “que la pasan bien” (como dicen ellos) pero se exponen a riesgos que a veces son inicialmente “mudos” y a la larga impactan fuerte en el cuerpo y en la psiquis de quienes tienen hoy este particular modo de vivir.
Y de eso, como siempre, somos en gran medida responsables los padres, los educadores y los formadores de opinión.

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