Un afecto que duró más de 30 años

Una afectuosa relación mantuvo Raúl Alfonsín con los tucumanos a lo largo de más de 30 años. Sus primeras visitas como dirigente radical se produjeron en la década de 1970, pero tal vez Tucumán comenzó a ocupar un lugar en su corazón en 1963, cuando la amistad lo unió a su rival político Fernando Pedro Riera en la Cámara de Diputados de la Nación.
El 18 de agosto de 1972 inauguró el Encuentro Nacional de Jóvenes Radicales, cuando ya se hablaba de la posibilidad de elecciones en el país. En el cierre de esa jornada, ante una nutrida concurrencia, el hombre de Chascomús dijo: “el cambio debe hacerse a través de la democracia para evitar la violencia” y esbozó cuatro alternativas políticas: la continuista “rechazada por el pueblo”; la desarrollista que “no sacude la dependencia, ligada al Mercado Común Europeo”; la ultraizquierdista y la de la liberación nacional, con formas de economía social. “Esta última persigue la eliminación de la dependencia y del privilegio”, agregó.
Regresó en octubre de 1979 cuando gobernaba Tucumán el general (R) Lino Montiel Forzano, ocasión en la que señaló que “el proceso de estancamiento e inflación que sufre la Argentina no sólo es el más grave de la historia, sino que por su intensidad y duración no reviste antecedentes en lo que va del siglo”. En agosto del año siguiente disertó en la Biblioteca Sarmiento sobre “El desafío democrático”. “Los políticos debemos entender que la democracia no es solamente una competencia por el voto del pueblo, sino fundamentalmente una forma de vida y una filosofía que nos obliga a luchar por la dignidad del hombre, frente a los abusos del poder del Estado y del poder económico”.
Ya ungido presidente de la Nación, Alfonsín volvió a Tucumán el 3 de agosto de 1984 y reabrió los Talleres de Tafí Viejo. También inauguró la sede municipal de Lavalle y 9 de Julio.
En 1993 vino en dos oportunidades. La primera, el 10 de marzo, para recibir de manos del rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Rodolfo Campero, la distinción de “visitante ilustre”. “Si le damos la reelección a este gobierno (aludía a Carlos Menem), los argentinos estamos todos locos, pues significaría pasar de República a imperio ya que las autoridades no han demostrado convicción democrática, sino vocación autoritaria. Este gobierno es capaz de llegar a cualquier cosa sin límites frente a elecciones que puede perder; por eso avanza sobre el Congreso y el Poder Judicial, con una Corte Suprema que no es ninguna garantía, ya que simboliza la inseguridad jurídica y ha eliminado los controles republicanos”, afirmó.
La segunda fue bastante movida y sucedió el 5 de noviembre de 1993. Por la mañana inauguró en la Casa Radical un busto a Hipólito Yrigoyen. Luego visitó en Bella Vista a su querido amigo Fernando Riera y partió a Simoca para inaugurar la Casa Radical; allí recibió el “Sulky de oro” y la declaración de “huésped de honor”. El 13 de diciembre de 1993, Alfonsín y el presidente Menem firmaban el Pacto de Olivos por el cual se consensuaba la reforma constitucional con reelección.
El año 1996 lo encontró en Tucumán dos veces. El 7 de mayo presentó su libro “Democracia y consenso”, fue a la Legislatura y luego partió a Concepción, donde se entrevistó con monseñor Bernardo Witte. Instó a los radicales a luchar por construcción de “una gran utopía en la que quepan igualdad y libertad porque si no hay equidad no hay democracia”. “Sólo los conservadores creen que para que pueda haber libertad debe haber desigualdad, y yo prefiero perder elecciones antes que hacerme conservador para poder ganarlas”, sostuvo. En octubre de ese año permaneció 72 horas en Tucumán. Ya se había producido un acercamiento con Carlos “Chacho” Alvarez y se vislumbraba el nacimiento de la Alianza. “Una alianza es mi idea de siempre. Tenemos que edificar consensos sobre los cuales luego aparezcan los disensos lógicos de la democracia, pero sobre aspectos básicos y fundamentales”, aseveró.