Un símbolo del lema de la UNT

Un símbolo del lema de la UNT

Experiencia en la selva del fundador Juan B. Terán. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción de LA GACETA.

JUAN B. TERAN. En esta foto de los años 1920 aparece, al centro, el doctor Juan B. Terán, fundador de la UNT. A su lado, el doctor William Cross. ARCHIVO LA GACETA JUAN B. TERAN. En esta foto de los años 1920 aparece, al centro, el doctor Juan B. Terán, fundador de la UNT. A su lado, el doctor William Cross. ARCHIVO LA GACETA
31 Marzo 2009

El lema de la Universidad Nacional de Tucumán está inscripto en latín en su escudo: “pedes in terra ad sidera visus”, que significa “los pies en la tierra, la mirada en el cielo”. Fue su mismo fundador, el doctor Juan B. Terán (1880-1938), quien compuso esa divisa. En el diario inédito del gran tucumano, hay un asiento de marzo 1919, que comienza diciendo: “Nunca he visto mejor uno de los sentidos simbólicos del lema de la Universidad, ‘pedes in terra ad sidera visus’, que anoche”. Al texto que sigue lo publicó años después, aunque sin ese párrafo.
Cuenta que “era el verano y viajaba por la selva”, durante la noche de un día que era “el primero de sol” tras varios de lluvia. “El lodo del camino, la pesadez del aire saturado de vapores, el misterio de la sombra, el arroyo al que la lluvia ha dado vida por breves días”, hacían pesada la marcha, como si fueran “manos opresoras e ingeniosas para inventar obstáculos”.
Pero, en medio de la fatiga, “el azul profundo del cielo y el brillo nunca más puro de las estrellas otorgaban, en el momento en que parecía necesario, un alivio incomparable y mágico para los tropiezos en el andar por los caminos de la tierra, como si la hubiera librado de la gravidez letal de la materia”. Si no estuviera esa “visión liberadora”, el camino sería aquel siniestro del poema de Dante.
La luna se filtraba a través del follaje, y hasta una alimaña que iba huyendo, recortada sobre el resplandor, se detenía un instante “como embriagada por la luz que reverberaba en los charcos que llenaban los caminos, redimiendo -alimaña y charco- de su lodo”. El cuadro, que armonizaba el camino fatigoso con el cielo aliviador, “era maravilloso y en cierto modo representativo de la vida humana”, pensaba Terán.
Terminaba. “Tal es el hombre. Lleva los pies sobre la tierra y descansa sobre ella, pero vuelve la mirada hacia las estrellas, y recibe de ellas un descanso que la tierra le ha negado: ‘pedes in terra ad sidera visus”.

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