En el centro comunitario "María de Nazareth" -funciona en Laprida 1.546 y lo preside la profesora Silvia Noemí Vera-, dos pequeños emprendimientos le cambiaron la vida a un grupo de madres, padres y docentes que no tenían trabajo. En el proyecto "Fabricación de peluches" (del plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados) se beneficiaron 15 mamás y dos papás; y en la guardería de niños "San José", seis maestras jardineras que atienden a 30 niños de 3 y 4 años.
"Este centro nació hace tres años para brindar capacitación socio-laboral a jóvenes y adultos, de 16 a 20, de modo que se sientan útiles al insertarse en la sociedad. No sólo están contentos porque están aprendiendo una serie de actividades novedosas, sino porque están ganando un sueldo. Si bien no es mucho, los dignifica", expresó Silvia.
Actualmente las mujeres fabrican los peluches y los dos varones se dedican a venderlos en los quioscos ubicados en las proximidades del centro comunitario y hasta en algunos negocios céntricos. Con el dinero que recaudan, compran material para seguir trabajando. "Pero también hacemos donaciones. El 28 de diciembre, por ejemplo, los niños de la guardería representaron el pesebre viviente durante una visita al hospital Centro de Salud, y ese día donamos mascotas a los enfermos", contó Estela Valdiviezo, quien estaba junto a Rosa Sánchez, a Rosa Bono, a Verónica Godoy e Inés Acevedo.
Dos días antes, el 26, fueron a Santa Ana llevando ropa donada al centro comunitario y recicladas por ellas. "Le entregamos al párroco del lugar, al padre Daniel Molina, quien conoce perfectamente las necesidades de la zona, para que él la distribuya", puntualizaron.
"Ellas se sienten bien -dijo la profesora Silvia Vera- porque aprendieron un montón y perciben un sueldo. Cada vez que cobran, vienen con otro rostro, con más ánimo; se nota que están entusiasmadas con lo que hacen. Pero desean y piden la continuidad del proyecto, o que se creen otras fuentes de trabajo para estar seguras de que mensualmente tendrán algo de dinero".
El trabajo elevó su autoestima
"Mi vida cambió por completo. Ahora me siento útil, acompañada, integrada en un grupo de trabajo. Soy feliz, porque elevé mi autoestima, salí de la depresión y de la tristeza en las que vivía sumergida". Con absoluta sinceridad, la profesora de Manualidades Olga Paz, de 54 años, reveló pantallazos de su vida a LA GACETA cuando nuestro diario visitó el centro comunitario "María de Nazareth". Ella es allí docente del proyecto "Fabricación de peluches", del que participan 17 personas beneficiadas con el plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados.
La mujer comenzó a enseñar por primera vez hace tres años, cuando se creó el centro comunitario, pese a haberse recibido a los 20. Olga es divorciada, sin casa propia y con dos hijas: María Rosa, casada; y María Laura, estudiante de Biología en la UNT.
Por haberse subestimado siempre -no sabe la razón- sólo se animó a trabajar en uno que otro taller de costura y lencería, y a fabricar souvenires y ositos para vender.
"Nunca tuve nada"
"Mi vida fue dura porque nunca tuve nada. Gracias a la profesora de religión y presidenta del centro comunitario, Silvia Noemí Vera, mi hija María Laura terminó el secundario en el colegio Nuestra Señora de Fátima e ingresó a la UNT, y a mí me integró a este centro donde capacito a mujeres en condiciones muy parecidas a la mía, a madres que están desocupadas", contó la mujer.
"Mi autoestima comenzó a crecer con las charlas de espiritualidad y con la fortaleza y el optimismo que nos contagia Silvia. Junto con el trabajo, en nuestro grupo nacieron la amistad y, sobre todo, el trabajo en equipo y la solidaridad con los demás", manifestó Olga Paz.